
¡ACEPTAR LA CRUZ CON AMOR!
El pensamiento de Dios, no coincide con el pensamiento
del hombre, la gente
admira a Jesús, lo tienen como un gran profeta, los discípulos le siguen como
un mesías victorioso, triunfante, así piensan de él, ante todo lo que han visto,
buscan sus propios intereses mezquinos y egoístas; el mismo Jesús les explica,
que tiene que subir a Jerusalén para que sea entregado, por los ancianos,
escribas y fariseos, para padecer, morir y resucitar al tercer día, es decir,
el Hijo del Hombre, tiene que padecer por nosotros. Esto no quieren aceptar los discípulos.
Pedro le increpa, no quiere aceptar el camino del
sufrimiento, basta con
una buena proclamación de fe; como nos sucede a muchos de nosotros, profesar la
fe, pero sin cruces, ni sufrimientos, como algunas sectas evangélicas que predican
el bienestar material, corporal, toda clase de éxitos en este mundo y toda
clase de seguridades, como si la
salvación ya se la hubieran comprado, con una bendición de Dios, y que no es
necesario sufrir ni padecer; por eso con esta actitud de Pedro, contrapone lo
humano a lo divino, sin jerarquizar lo eterno de lo temporal, por eso recibe el reproche
de Jesús.
Jesús le dice apártate de mí satanás, eres un tropiezo
para mí, tú piensas
como el mundo, y no piensas como Dios; por ello es importante adecuar nuestra
voluntad a la voluntad divina de Dios. Tenemos que dejar los criterios del
mundo, que no les importa el mal que padecen muchos de nuestros hermanos, como
son: las injusticias, las enfermedades, las contaminaciones sociales... que van
degradando a la familia.
Aceptar la cruz con amor, Jesús pone sus condiciones: “El que quiera venir conmigo,
que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” negarse a sí mismo, significa .arrancar todos nuestros
vicios, y toda clase de egoísmos, que nos impiden llegar a Jesús; y cargar la cruz,
significa, que el cristiano no busca el sufrimiento o el dolor por el dolor,
sino es la consecuencia de ser fiel a Jesucristo, como todo discípulo, que está
detrás de Jesús y poniéndose en marcha con el Salvador, y correr la misma
suerte que su Maestro.
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro
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