¡SALVAR AL HERMANO!
La comunidad
cristiana, que creen en el Señor, está formada por personas humanas, que se reúnen para vivir conforme a las
enseñanzas de Jesús, pero hay problemas por sus debilidades; así, uno de
ellos ha pecado ofendiendo a su hermano, y empiezan a guardarse rencillas,
entre el ofendido y el que ofendió. Jesús manifiesta que debe ser nuestra mayor
preocupación de usar todos los medios para salvar al hermano que ha caído en
pecado, que tome conciencia de la gravedad de su situación. Jesús nos da los
siguientes pasos:
Corregir al
hermano a solas, se logra
cuando un hermano o el ofendido, busca al culpable, para comprenderlo, perdonarlo
y ayudarlo. El hermano que va a corregir, debe hacerlo, con humildad, pues
sabe, que también puede caer en pecado; con prudencia, discreción, mirarse a sí
mismo, si tiene una paja en su propio ojo; saber lo que le va a decir para que
no ser rechazado por el culpable, sin herirlo, ni humillarlo; el fin, es que el
pecador tome conciencia de lo malo que ha hecho y recapacite; ya que está
poniendo en peligro su salvación. Dios quiere que todos se salven, donde cada
uno debe ser guardián de su hermano. Si no se corrige hay otro paso:
La corrección fraterna,
debe hacerse ante dos testigos, para
salvar al hermano, muchas veces decimos a todo el mundo lo malo que ha
hecho, sin que el pecador se entere; eso no está bien, ya que, en vez de ayudar
al hermano, lo hundimos más. Cuando se nombra dos testigos, es para salvar al
hermano, tratando de persuadirlo y convencerlo de lo malo que está viviendo,
que no agrada a los ojos de Dios. Si no quiere corregirse, contamos con un
último recurso que es:
Decir a la comunidad
católica, para salvar al hermano; pero que, con
mucha tristeza en vez de ayudarlo, lo hundimos, lo humillamos, lo amenazamos,
lo denigramos... Ese no es el camino, para salvar al hermano, Jesús nos pide
que tenemos que rezar por el hombre pecador; Jesús, está presente cuando dos o
tres nos reunimos en su nombre, oramos por el pecador para que se convierta, que
la comunidad sepa, para no ruborizarlo, para no avergonzarlo, ni juzgarlo, como
dice Jesús a los discípulos: “uno de vosotros me va a entregar…” No señala con
un dedo acusador, sino que hace todo lo posible para que caiga en cuenta lo
malo que ha realizado y lo sigue realizando. Esta figura se da, cuando
realmente no quiere convertirse, y es expulsado de la comunidad, teniéndolo
como un pagano. Este pagano participa de todas las ceremonias religiosas,
aparentemente está dentro de su comunidad, pero es un hombre muerto a los ojos
de Dios.
Atar y desatar, Jesús con esto nos dice que la iglesia tiene el
poder de perdonar al hermano, si se perdona al hermano, es porque Dios lo ha
perdonado, y así se ha logrado salvar al hermano, y si no se ha perdonado al
hermano, es porque no ha recibido el perdón de Dios; esta fuera de su
comunidad.
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro
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