“ESTEN VIGILANTES Y ESPEREN
AL SEÑOR”
“
Ricos para Dios y no para el mundo, los ricos del mundo, son
aquellos que se ahogan en sus riquezas, y ambicionan tener más, volviéndose
codiciosos y ponen su seguridad en ellas; y los ricos para Dios, son aquellos
que han puesto su confianza en el Señor, porque los bienes que obtienen lo ven
como un don de Dios, y lo comparten con sus hermanos más necesitados y así
acumulan un tesoro en el cielo, ni el ladrón lo podrá robar ni la polilla
carcomer. El único bien para ellos es Jesús, por eso hacen buen uso de sus
bienes y este es el pequeño rebaño, a quien el Padre a tenido a bien darles el
reino.
Donde esta vuestro tesoro
allí estará tu corazón,
nos dice Jesús, si amas al dinero tendrás un corazón frio materialista
interesado, un corazón de piedra y de metal mezquino, y codicioso; pero si
pones tu corazón en Dios, tendrás un corazón tierno, servicial, cálido,
sensible y esperaras para recibir tu premio,
Estad siempre vigilantes
y en continua espera,
serán dichosos los criados a quienes el
Señor al llegar de la boda, los encuentra despiertos y vigilantes, para que le
abran la puerta; por eso hay que tener ceñida la cintura, que significa
estar en camino y dispuesto a trabajar; y encendidas las lámpara, indica estar
en vigilia, no dormir; que el mundo no nos adormezca; ni desear, ni tener, lo
que los poderosos desean y tienen, ni quedar anclados en sus falsos valores,
etc. que intentan hacernos caer en la idolatría, y estar apegados a los bienes terrenales
de este mundo. El dueño de casa debe
estar también vigilante, tener ceñida su ropa y estar despierto para que cuando
venga el ladrón, no permita que le roben en su casa; es estar preparado cuando
el Señor nos llame. El administrador, que debe estar preparado para rendir
cuentas, pue a ellos se les ha confiado, donde no deben ser buenos
administradores, que el Señor les ha confiado para que diesen lo necesario a
sus trabajadores, tratando bien a los que se les ha confiado; el administrados
no tiene que ser malvado, ni holgazán… que para cuando venga el dueño, sepan
rendir cuentas de todo ello. Dichosos a quienes se nos encuentra haciendo algo
bueno, poniendo los talentos al servicio de Dios y de la Iglesia.
Somos peregrinos de la
fe, porque marchamos a
la patria verdadera y definitiva, gracias a un Dios bondadoso, omnipotente y
siempre fiel, que hace que no se apague
esa luz, que es la fe en nuestras vidas, para que los siervos seamos buenos
administradores de los tesoros que el Señor nos ha confiado; sin dejar de ser peregrinos de la fe,
esperando con ansia y con la certeza segura, de obtener el premio y no el
castigo., como lo hicieron nuestros padres en la fe, como fue el caso de
Moisés, Abrahán, que son modelos de fe y de esperanza.
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro
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