JESUS,
VENCE AL TENTADOR
Jesús se deja guiar por el
Espíritu Santo al desierto, para estar cuarenta días y cuarenta noches sin
comer, ni beber, en ayuno y oración, y encontrarse con Dios su Padre; recuerda
que Israel estaba en el desierto, donde fue probado…También todo bautizado, es
lanzado al desierto de la vida, donde seremos probados.
El Diablo, que tentó a
Adán, ahora lo hace con Jesús el nuevo Adán, su nombre propio es “Tentador”
o Diablo que no es un simple demonio, y acá se alude al diablo o “Satán”, el
jefe de todos los espíritus perversos que se han rebelado contra Dios, ha roto su
armonía sobre el mundo, ha pervertido nuestra tierra. Quiere el demonio que
Jesús redima sin sufrimiento, y quiere destruir el reino de Dios.
Jesús combate rechazando
la oferta del tentador, Jesús
el cuerpo total, lucha, constantemente, para vencer toda tentación,
enfrentándose con la fuerza amenazante del mal al que lo derrota, aceptando la Palabra
de Dios como pan fundamental, aunque tenga hambre material, confiando y
obedeciendo a Dios. En este momento actual, todo sucede, como si Dios no
existiese, y como si el Diablo fuera el rey de nuestra tierra. En esta tierra
se manifiesta la figura y la actuación de Cristo Jesús donde se da la lucha
inevitable, y donde Dios romperá la fuerza de Satán.
Cuando deja de luchar o
combatir, el hombre cae en desgracia y empieza por aceptar la oferta del tentador: los
placeres terrenales; la idolatra de la riqueza, quiere tener más, se vuelve codicioso
y avaro; y la idolatría del poder económico, político, y otros poderes de todo
índole, a idolatrar los placeres que el mundo nos ofrece, y a manipular a Dios:
“Si eres Hijo de Dios convierte estas piedras en pan” y así creeremos en ti”;
si nos llenas de prosperidad y de seguridad económica, creeremos en ti. “Manifiesta un gran milagro de lanzarte de la
parte más alta del templo y creemos que eres Dios”, y cuando realizas un
milagro creeremos en ti. El hombre no quiere dejar a Dios que sea Dios. Se fabrica
otros dioses, que le rinde honores. Por ello el hombre quiere dominar y
detentar el poder, y es así que vuelve a caer en la esclavitud de lo que más
ama, apartándose más de Dios, y queriendo ser otro dios mejor que Dios, así
como fue en la tentación de Adán y Eva.
Jesús nos ayuda a vencer
al enemigo, cuando
alimentamos el corazón con su palabra; cuando obedecemos y somos fieles a su Palabra;
y finalmente cuando oramos a nuestro Padre y permitimos que Dios habite en
nosotros, el campo de la fe, para dejarnos guiar por su Espíritu hacia la
verdad.
Pbro. Salvador A. Carrasco
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