JESÚS DICE: “QUE SE ACERCA SU LIBERACIÓN”
Con
el primer domingo de Adviento, empieza un nuevo año litúrgico, que comprende domingos y
termina el día 24 de diciembre. Nos invita a estar despiertos, vigilantes y
preparados, para la segunda venida de Jesucristo; y en segundo lugar, para
celebrar con alegría y, gozo, el gran acontecimiento del nacimiento del niño
Dios. Adviento es un tiempo para vivir una esperanza gozosa y alegre, a ejemplo
de la Santísima Virgen.
La
Gran esperanza es el Hijo del Hombre, que dice: “se acerca su liberación”. Los acontecimientos cósmicos… que nos
relata Lucas, nos hace ver que pasara este orden viejo, donde reina toda
maldad, injusticia, la corrupción… haciendo sufrir al inocente, como se
dice en nuestro propio lenguaje, “es de nunca acabar”, pero no hay que perder
las esperanzas y no caigamos en la desesperación; ya que se acerca su liberación,
para los que ha sido fieles al Señor. Jesús vendrá con gran poder, él es
nuestra gran esperanza y deber ser en toda nuestra vida.. Por eso la historia
del cristiano debe estar marcado, por la esperanza, que se da en los genuinos
creyentes…
Jesús nos advierte y dice que hay tres
cosas que disipan esta esperanza y estas son: “el
libertinaje, rompiendo las buenas costumbres cristianas, preocupados por sus
cuerpos…; la embriaguez que hace que la persona este enajenado de la realidad;
y las preocupaciones de la vida, aquellos que continuamente se preocupan en
tener más y más encandilados por el espejismo del consumismo, materialismo,
hedonismo y del “relativismo, donde todo vale”. Cristo es claro: todo lo
mencionado puede atontarnos, dispersarnos, distraernos y como dice el Papa
Francisco: “Nos adormece”, hasta un punto en que ya no reconocemos ni la
presencia de sus bendiciones, ni la promesa de su salvación. Para quienes
llegan a este estado, el retorno de Cristo será como una
"trampa." Sobre estos vendrá ese Día que será como un lazo
y quedarán atrapados.
Jesús
nos dice que estemos siempre vigilantes y
que debemos orar en todo tiempo, no seamos pesimistas, que rompamos con el
mundo, es decir aquello que nos disipa y enajena; revisar nuestra
historia, si estamos creciendo en fe y espiritualmente. Mirando siempre
adelante, a un futuro mejor.
La
Iglesia nos invita que en este tiempo de Adviento debe ser un tiempo de amor, silencio, espera gozosa
y alegré, de penitencia y sobriedad en
el uso de los bienes de este mundo, para que no nos distraigan, con su
engañador brillo y se vuelva pesado nuestro corazón. Es tiempo de oración
continua, y de la lectura de la palabra de Dios.
Pbro. Salvador A. Carrasco
Castro
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