¡JESÚS, ES EL NUEVO TEMPLO!
“No conviertan la casa de
mi Padre en un mercado”. En estos
tiempos han aparecido los grandes centros comerciales, que son los nuevos
templos, que la gente acude en masa, para comprar varios productos; así sucedió
en tiempo de Jesús, donde los sumos sacerdotes convirtieron la casa del Padre
un centro mercantil, pues los productos o animales son los bueyes, carneros y
palomas… que se vendían para el sacrificio… Había también los cambistas y otros
tipos de negocios, donde se empezó a idolatrar el dinero y el poder, desfigurando la
imagen de Dios y la alianza, al usar la Casa de Dios, como centro de negocios, para
obtener grandes ganancias, especialmente las autoridades religiosas. Muchas
veces también desfiguramos la imagen de Dios, a causa de nuestros pecados.
Jesús purifica el templo de su
Padre, por eso como Mesías expulsa con un látigo a todos los animales y
mercaderes, voltea la mesa de los cambistas esparciendo el dinero; pero a los
que venden palomas les dice: “Saquen esto de aquí”. Muchas veces hacemos de
nuestro cuerpo un negocio, siendo nuestra tarea de sacar todo lo malo que profana
nuestro cuerpo, no tenemos que darle gustos pecaminosos al cuerpo, pues sabemos
que el cuerpo es templo de Dios, desde que uno fue bautizado. Esta actitud
incomoda a los sacerdotes, que son dueños de todos los negocios, Jesús quiere
que esto no suceda en la nueva Alianza. Por eso los judíos le preguntan: “¿Que signos nos muestras para obrar así? Jesús, les da una respuesta enigmática y
velada a los judíos escribas y fariseos.
“Destruid este templo y al tercer día lo reconstruiré”. No comprendieron lo que
quiso decir Jesús…, pues se refería a su cuerpo, que él es el nuevo templo de Dios, donde toda la plenitud divina
habita en la humanidad de Jesucristo, que asumió nuestra humanidad menos el
pecado, para que se dé el nuevo templo de Dios, y Jesús al resucitar al tercer
día, se ha reconstruido el nuevo templo de Dios.
Jesús es el nuevo templo, que va a
reemplazar al antiguo templo, que fue convertido en comercio; y el agua de la
purificación, será reemplazado por la sangre de la nueva alianza, todo esto se
cumple al resucitar al tercer día. Por eso todo cristiano, al ser bautizado, empieza
una nueva vida, y se convierte en templo del Espíritu Santo, y adorará a Dios
en espíritu y verdad, porque con Jesucristo se abre un nuevo encuentro más
íntimo de Dios con el hombre, donde ya no se necesitará de lugares construidos
para adorar a Dios, que unidos a Cristo cabeza, somos templo de Dios, por eso
debemos respetarnos los unos a los otros, no dañándonos, sabiendo que cada uno
de nosotros somos piedras vivas de este templo que se va construyendo.
Pbro. Salvador Carrasco C.
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