¡EN JESÚS, SE
MANIFIESTA LA GLORIA DE DIOS!
Jesús va al
monte a orar con sus mejores amigos más cercanos; era
habitual en Jesús orar a su Padre, y esta vez lo hace acompañado de sus tres
mejores amigos, que están disponibles en seguirle y no le van a fallar, se fue
lejos a un monte, y no fue con los demás discípulos, porque no quiso darle
esta gracia especialmente a Judas que lo iba a traicionar.
Pedro, Juan
y Santiago vieron en Jesús la “Gloria de Dios”, ellos tuvieron
una rica experiencia de ver a Jesús, que se estaba transfigurando delante de
ellos, y vieron que sus vestiduras eran tan blancas, que ningún batanero las podía
dejar tan blanco; estaban tan asombrados, de ver la gloria de Dios. Jesús
permite, que tengan dicha experiencia, para que no se desanimen ante lo que ha
de venir, ya que estos discípulos tendrán dificultades en el seguimiento a Jesús, humanamente ambicionaban cargos o una mejor posición en el reino que
Jesús estaba inaugurando, por eso les permite ver la gloria de Dios, para
animarlos a seguir adelante, sin desfallecer, ya que se venían momentos muy
difíciles, pues hace seis días Jesús les hablo, que el Hijo de Dios tenía que
padecer mucho, quedando muy extrañados.
¿Qué bien se está aquí?, estaban tan contentos,
de no solo ver a Moisés y a Elías, ellos vieron la verdadera realidad del Maestro, que
en su humanidad resplandecía la divinidad de Dios, es decir la Gloria de Dios,
por eso Pedro dijo: “Maestro que bien se está aquí”. Quería hacer tres tiendas,
un para Moisés, que simboliza la Ley; otra para Elías, que es padre de los
profetas; y otra para Jesús, pero es necesario descender de la montaña, para
volver a la realidad terrenal, descubriendo que, en la realidad natural, se
esconde lo sobrenatural; este es el gran motivo, para que se sientan animados a
soportar todo por el Maestro. También nosotros, la fe nos hace ver que para
llegar a la gloria, es necesario también saber cargar la cruz.
¡Este es mi
Hijo amado, escúchenlo!, es la voz que escucharon estos tres discípulos del Padre, estaban de
miedo, por la voz potente que escucharon. Sabemos que en este mundo estamos
llenos de tantos ruidos, que nos impide escuchar la voz del Hijo, y los que
creemos en Jesús, tenemos que estar atentos para escuchar a Jesús, como el
enviado del Padre, no dejemos que el mundo nos ensordezca con sus ruidos,
dejemos que Jesús nos hable en nuestro corazón, para que seamos transformados
por Él.
Nos pide,
que sepamos responder al llamado que el Señor nos hace, dejándonos iluminar por El, como lo
hizo Abrahán, que supo responderé a un Dios desconocido, poniendo su confianza
en El, y que nosotros con mayor razón debemos responde a un Dios que se nos ha
manifestado, sin poner condiciones.
Pbro. Salvador
Carrasco C.
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