¡JESÚS, QUIERE NUESTRO
BIEN!
su obra continua.
Se compadece de la miseria humana, en la sinagoga se compadeció del hombre
poseído, que lo libera del espíritu maligno; ahora se compadece de una mujer
que esta con fiebre y postrada en cama; es la suegra de Pedro, no puede hacer
nada, la fiebre le impide realizar su vida con normalidad. Cuanta gente en
estos tiempos, sufren por tener una enfermedad que los tiene atados en la cama,
o paralizados sin poder realizar alguna actividad; lo peor del caso es que algunas
de las enfermedades son incurables, están desahuciados, esperando solo la
muerte. Jesús conoce la fragilidad del
ser humano, por eso quiere nuestro bien, en todo sentido.
Jesús
quiere el bien de la mujer que esta postrada por la fiebre, que al extender su mano sobre la
mujer, al momento desaparece la fiebre, ella se levanta y se pone inmediatamente
a servirlos. Jesús rompe todo esquema de comportamiento de los rabinos, que les
resulta difícil acercarse a una mujer enferma, y no permitían que la mujer les
sirviese; Jesús se acerca a la mujer con fiebre, y queda liberada de dicha fiebre que no le
permitía desplazarse por su propio hogar, Jesús permite que le sirvan, como
también a sus discípulos.
Jesús
continua con su ministerio anunciando y liberando, todos estos milagros de sanación y
liberación que acompañan en su predicación nos indica que ha llegado el reino, que
ha empezado la victoria del bien contra el mal; este mal que afecta a todo
hombre que es víctima de diversos males que lo aquejan, Jesús va a cargar con
todos nuestros males, devolviendo al hombre su verdadera imagen de Dios. Jesús
como dice el Papa Francisco: “Jesús esta siempre en la calle”, donde va sanando
a muchos enfermos, que venían al atardecer.
La Iglesia
debe estar al servicio del reino, así como el hombre ha quedado liberado, de igual manera la
mujer que quedo liberada de su mal, ella se pone al servicio del Reino, que es
el mismo Jesús, donde Jesús no se detiene, sino va a otros pueblos a predicar y
anunciar la llegada del reino de Dios, es decir anunciando la llegada del reino;
la obra de Dios continua no se ha detenido, de esta forma la Iglesia continua
con la misión que Jesús le ha confiado, una iglesia que debe estar libre de
toda enfermedad, de toda posesión, para que pueda continuar con la misión que
Jesús.
Pbro.
Salvador A. Carrasco Castro
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