¡EL SEÑOR ALABA, A LOS
QUE HAN FRUTIFICADO LOS TALENTOS!
Todos
hemos recibido talentos según nuestra capacidad, quieras o no, todos
estamos en relación o dependencia con Dios, unos hacen fructificar los talentos que han recibido, porque conocen bien
a su Señor; pero otros no quieren hacer fructificar los talentos que han recibido,
no quieren correr el riesgo, y solamente quieren conservar su fe, que se están enfriando.
El Señor se va lejos, y regresará pronto, aunque tarde, este Señor es Jesús que
murió, resucito y se fue a la gloria del Padre, y que pronto vendrá como juez a
pedir cuentas de nuestros talentos.
Encontramos distinto comportamientos de los tres
siervos, que se les
ha dado talentos, los dos primeros hacen fructificar los talentos recibidos, el
primero que recibió cinco talentos, hace fructificar otros cinco; el segundo
que tiene dos talentos, hace fructificar otros dos, es decir cada uno rinde
según su capacidad que Dios les concedió; pero el tercero, que recibió un
talento, en vez de fructificarlo, lo enterró, sea por miedo, o por flojera.
Al regresar el dueño, alaba al primero y luego al segundo, que han fructificado bien los talentos que han
recibido; el Señor le dice al primero: "Muy bien. Eres un empleado fiel y
cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al
banquete de tu Señor”, lo mismo le dice al segundo. El talento no se refiere al
dinero que hacen producir, sino más bien a la caridad que ellos hicieron con
los más pobres, que siempre les movía el amor para realizar la caridad con el
pobre, abandonado, y desprotegido.
El tercero no conoce bien a su Señor, por eso el Dueño lo llama siervo negligente y holgazán,
es decir malo y perezoso, no quiere comprometerse porque tiene miedo, se ha
anclado en sí mismo, se cierra en sí mismo, no quiere complicarse la vida, se
desentiende de la realidad, lo peor del caso, es que tiene un concepto muy
pobre de Dios, como: un Dios legalista, riguroso y exigente, justiciero, no misericordioso,
ni compasivo; tiene la imagen de Dios desfigurada. Su gran pecado, es el de omisión,
no quiere amar como Jesús nos ha amado; solo piensa en enriquecerse, escondiendo
sus bienes, que no quiere socorrer ni compartir con los que más necesitan, viven
su fe apagada, por no hacer obras buenas; viene el Señor y le quitara todo lo
que tenía, y será echado al fuego eterno, por no amar. Debemos siempre
agradecer a Dios por los talentos que nos da, y que sepamos adminístralos en
favor de los pobres.
Queridos hermanos, que el amor a Dios, sea un gran motivo para que amemos a nuestros
hermanos haciendo el bien, realizando las obras de caridad con los más pobres,
de nuestra comunidad; sabemos que, en la comunidad de Mateo, se había enfriado el
mandamiento principal, lo han enterrado ese talento; por eso también nosotros
desenterremos ese talento, y empecemos a fructificar, haciendo el bien a los más
pobres, como lo hizo san Vicente de Paúl, San Alfonso María de Ligorio, que fue
anunciar la buena nueva a los alejados de la ciudad y otros santos.
Pbro.
Salvador A. Carrasco Castro
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