¡ACOGER LA PALABRA DE DIOS…, DARÁ MUCHO FRUTO¡
El buen sembrador, es Cristo, que deja buena semilla en la
tierra, y esta semilla es la Palabra de Dios, que lo rocía copiosamente en la
tierra, para todos sin distinción, esperando obtener buenos frutos. Tenemos que
ser buenos sembradores, ( de bondad…) es nuestra gran tarea, que Jesús confía
en los que acogieron su palabra.
Esta semilla, que es la
Palabra de Dios, cae en distintos terrenos, ese terreno somos cada uno de
nosotros, y Jesús nos dice que hay cuatro grupos de terrenos, mejor dicho hay
tres grupos que no alcanzan la salud del alma por no acoger la palabra de Dios;
y el cuarto grupo de personas, son los que acogen la Palabra de Dios en su
corazón y alcanzan la salud del alma.
La semilla que cae en el camino,
se refiere aquellos que no acogen la Palabra de Dios, en su corazón, porque
rápidamente viene el maligno y la arrebata, odian a Dios frontalmente, no
quieren saber nada de Dios, por eso no entienden nada del Reino..
La semilla que cae en terreno
pedregosos, se refiere aquellos, que acogen la palabra de Dios con entusiasmo,
simpatía y alegría, pero son inconstantes, y ante la tribulación por la misma Palabra
sucumben, son los que tienen corazón de
piedra, y quieren pasarla bien, sin estar dispuestos a sufrir a causa de
la Palabra, la semilla no echa raíces en sus corazón Son los cristianos
superficiales.
Otros donde su terreno tiene
espinas y cardos, y cae la semilla, que empieza a crecer, pero a causa de las malas
hierbas que simbolizan las riquezas y los afanes del mundo ahogan la palabra de Dios, dando espació a
sus propias riquezas y placeres que el mundo les ofrece. Son los que sirven a
Dios y al dinero.
El cuarto grupo, son los que acogen
la palabra de Dios en su corazón con alegría..., es el buen terreno fértil, que dará frutos muy abundantes, y como ejemplo tenemos a
nuestra Madre, la Virgen María, que acogió en su corazón la Palabra de Dios, y
dio su fruto. Dios quiere que nuestra
vida sea un buen terreno fértil, para acoger la Palabra de Dios y de muchos frutos,
como los grandes santos..
Pbro. Salvador Carrasco C.
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