sábado, 9 de noviembre de 2019

XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C 2019

Posted by salvador on 11/09/2019 09:43:00 p.m. with No comments

¡DIOS, NO ES UN DIOS DE MUERTOS, SINO DE VIVOS!

Los saduceos, no creen en la resurrección de los muertos, ni en la vida eterna, ni  en los ángeles; tambien en estos tiempos, hay otros saduceos que no creen en en la resurrección de los muertos y dicen que hay una sola vida y hay que disfrutarla, pues nadie ha vuelto de la otra vida… Estos tienen un concepto muy pobre de la familia, del matrimonio, de la vida, y del poder de Dios; además solo aceptan el libro del Pentateuco, con su mentalidad juridica y retributiva en este mundo.

Los saduceos piensan que con la muerte se acaba todo, cuando le hacen una pregunta a Jesús con el fin de que caiga en contradicción, por no pensar como ellos; recurren a la autoridad de Moises sobre la ley que ordena, cuando el hombre se casa con una mujer y muere sin dejar hijos, su hermano debe casarse con la mujer viuda… y se caso siete veces. Ahora bien cuando resuciten los muertos, ¿de cuál de estos será la mujer? piensan que volveran a esta misma realidad mejorada, muy materializada, es un sofisma diabólico que pretende quitar el poder a Dios, que no es posible que los muertos resuciten.

Jesús nos enseña: “Cuando resuciten seremos como ángeles, son hijos de Dios”, y declara que en la resurrección no es la continuación de una misma vida mejorada, sino más bien hay una vida muy superior a la terrena, que ya no será necesario casarse.  Es un modo de indicar que la resurrección no es una vuelta a la vida terrenal, sino el paso a una nueva vida de carácter espiritual

Jesús dice que: “Dios, no es un Dios de muertos sino de vivos”,  apela a la autoridad de su Padre: indicando que el Señor Dijo a Moises cerca de la zarza: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”, aca les recuerda que su Padre: “no es un Dios de muertos, sino de vivos;  porque parael todos estan vivos y la promesa sigue vigente para todos nosotros que creemos en Dios. También, cuando Dios pone en nuestro corazón la semilla de su amor, donde este amor es mar fuerte que la misma muerte, como dice San Pablo ni la muerte nos separarádel amor de Dios, pues vivimos en el Señor.

                                    Pbro. Salvador A. Carrasco Castro



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