JESUCRISTO, COMO REY DIRÁ: ¡VENGAN BENDITOS DE MI PADRE!
Celebramos la solemnidad
de Jesucristo, como Rey de todo el Universo, que vendrá revestido de
toda su gloria, y rodeado de todos sus ángeles; si en la primera venida no le
reconocieron como Rey, por venir al mundo como pobre, débil, humilde, de baja
condición social, siendo uno más de nosotros. El vino como Rey de los judíos,
para darnos ejemplo, de cómo debemos amar a nuestros hermanos, procurando hacer
el bien, a los más necesitados, incluso a nuestros enemigos. Ahora vendrá con
toda su gloría, para establecer de manera definitiva su reino.
Vendrá ahora como Juez,
sentado en su trono de gloria, a juzgar a todas las naciones, donde sus ángeles,
separaran a los hombres buenos de los malos, que hasta ese momento estaban
todos juntos, como las ovejas y los cabritos; a los buenos que están simbolizados
por las ovejas, los pondrán al lado derecho y a los malos que están simbolizados
por los cabritos, los pondrán a lado izquierdo, donde cada uno será juzgado
sobre el amor al prójimo.
Lo que determinara
nuestra salvación o condenación es: “En verdad os digo, que cuantas veces
hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis”, es decir, si has
realizado las obras de misericordia corporales, y espirituales, tendrás tu
premio, y si no has hecho nada, y te has desentendido de necesitado, tendrás tu
castigo. A los buenos les dirá el Rey:
¡Vengan ustedes, benditos
de mi Padre!, hereden el reino preparado para vosotros!, es la palabra que
el Señor dice a todos los de la derecha, que han cumplido, ayudando, sirviendo,
vistiendo, alimentando, visitando, a los más necesitados, es decir que han
realizado las obras de caridad corporal y espiritual, que siempre la Iglesia
nos ha recordado estas enseñanzas de Jesucristo que ha sido misericordioso y caritativo;
que al ponerlo por obra uno logra descubrir el rostro de Cristo en los pobres;
pero a los de la izquierda les dirá:
¡Apartaos de mí,
malditos, v váyanse al fuego eterno!, es una fuerte maldición, para aquellos
que no han hecho nada por el pobre, por el hambriento, por el desnudo, por el
enfermo, por el que estaba preso; más bien se han preocupado en conseguir más
dinero y poder, buscando los placeres del mundo, deleitando a sus cinco
sentidos. Para ellos está reservado el infierno y también para los demonios.
Nadie abogara por vosotros, la sentencia está dada.
Uno se pregunta, quienes
van al infierno, aquellos que dicen: Yo no hago mal a nadie, no robo, no manto,
no miento…; pero el gran mal que hacen es: Que, teniendo la oportunidad de
hacer el bien, no lo hacen, por eso cometen pecado de omisión; que muchas veces
no nos acusamos, en el sacramento del perdón, creyendo que todo está bien,
cuídate mucho, que, por no hacer el bien, puedes condenarte para siempre.
Jesucristo nuestro Rey,
reinará para siempre, donde ya no habrá espacio para las personas
malas. Estará siempre con los buenos, que se han enamorado del pobre; no lo han
instrumentalizado; no lo han utilizado como objeto de campañas políticas, ni
religiosas, ni económicas etc; si no, lo que, más los ha movido, es el amor,
todo cuanto hacían por los pobres estaba empapado de amor, descubrieron que ahí
está Jesucristo nuestro Rey, que nos dirá: “Lo que hiciste con uno de ellos los
más pequeños, a mí me lo hiciste.