DIOS ESPERA QUE DEMOS
FRUTOS…
La viña de Israel dio frutos amargos, Dios siempre estuvo solicito y providente con el
pueblo de Israel, pues planto la viña sacándolo de Egipto, ¿Qué no hice? Espere,
y solo dieron frutos amargos. ¿Qué se podía esperar?, nada. Israel a lo largo
de su historia, era más infiel, que fiel a Dios, ya que buscaba sus propios
intereses y se iba detrás de otros dioses, le gusta manipular a Dios, y se
olvidaba de los beneficios que Dios hizo mucho por él; Israel representa la
viña del Señor, que Dios planto y la cuido muchísimo, pero dio frutos amargos.
Los criados vienen a recoger los frutos, pero los
labradores los matan, el hombre desfigura la imagen de Dios, lo
reduce a simples conceptos, y se enredan en sus ritos, y lo peor del caso es
que realizan sus propios planes, de manera autónoma, e imponiendo a todos sus
propios proyectos, como dueños, sin
tener en cuenta a Dios y todo eso era una relación con Dios totalmente
farisaica, e hipócrita, además se apoderaron de todo un sistema religioso, que los
salvará, y donde ya no hay cabida para otros, que son los profetas que les
recordaban que no se apartasen de Dios, y eso les incomodaba, por eso los
apedrean, los palean y los matan.
Respetaran por lo menos a mi hijo, lo más grave es que
ni siquiera respetaron al hijo, estos labradores, que representan a los escribas y sumos sacerdotes,
deciden matar al hijo para apoderarse de la viña. El hijo enviado al final,
significa la venida y la pasión de nuestro Señor, que fue rechazado fuera de
Jerusalén como fuera de la viña para una sentencia. Con esta a actitud,
rechazaron: la filiación del Hijo con su Padre; la palabra de Dios que estaba
dirigida para ellos como destinatario y a la vez rechazaron el reino de Dios; y
la esperanza vana de poder conservar la gloria de la Ley. Estos mismos reciben
su propia sentencia al decir a Jesús: “hará morir sin compasión a esos malvados…”
Por rechazar al Hijo, y su reino de Dios, este reino,
será destinada para otros pueblos que lo acojan, y esto otro pueblo es la
Iglesia, que a ella
pertenecen todos los que han sido bautizados, que acogen su palabra, y creen en
el Señor, y que dan frutos en abundancia, pues mi palabra se vuelve maldición
para aquellos que la rechazan, y bendición para aquellos que la aceptan.
Dios espera que demos frutos de verdad, su mensaje nos
interpela a todos nosotros, estamos
dando frutos de verdad, dejamos que su palabra transforme nuestra vida, o la
estamos rechazando. Recuerda que somos la viña del Señor y que tenemos que dar
buenos frutos de santidad, de justicias de solidaridad…
Pbro.
Salvador A. Carrasco Castro
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