¡TODOS SON INVITADOS A LA
BODA!
Dios quiere lo
mejor para su pueblo elegido, siempre actúa
con bondad, longanimidad, con solicitud… pero este pueblo de la heredad,
rechaza a los profetas y los mata, no contento con ello también dan muerte al
heredero; a pesar de todo ello, el rey sorprende, hace la invitación de las
bodas de su hijo, a este pueblo, les recuerda que son los primeros invitados, y
envía nuevamente a sus criados diciendo que les diga que todo está preparado.
Primero los
judíos, que rechazan la invitación a las bodas, la causa
de este rechazo, es que están preocupados por sus negocios, el campo, o asuntos
familiares. No es malo el preocuparse, por los asuntos materiales, de este
mundo, pues ello no se condena; pero el detalle, es que cuando más metido estén
en el mundo material, va a ser lo más importante y urgente; y postergaran la
invitación que se les ha hecho, de participar de las bodas del hijo, por eso maltratan
a los criados hasta matarlos, porque les incomoda mucho. El rey montará en
cólera y quemará la ciudad y dará muerte a esta gente malvada.
Los nuevos
invitados somos todos nosotros, los que estamos en el cruce del camino, el rey envía a los criados para que inviten a los paganos,
sean buenos o malos, y a los pecadores; estos aceptaron la invitación, y que también
somos nosotros, que participamos de las bodas del hijo; vestidos con el traje de
fiesta; que significa nuestra conversión dejando la vida pecaminosa empezando
por realizar buenas obras; somos invitados a participar de este banquete eucarístico
como un anticipo de las bodas del cordero.
Hoy también
rechazamos el banquete eucarístico del Señor, porque estamos tan preocupados, en
las cosas que el mundo nos ofrece, priorizando el negocio, el trabajo, el
deporte, la familia… pare que es lo más esencial y urgente; y no la invitación
que se nos hace, cual es la de participar de las bodas del hijo, que
continuamente lo postergamos.
Los que han
aceptado la invitación, ya están sentados en la mesa, para ser servidos por el
dueño del reino, y estos son los pobres, pecadores, y gente de mal vivir que
han aceptado el mensaje de Dios. Son personas que se han convertidos, y han
empezado una nueva vida, no quieren despreciar este banquete, quieren en
empezar una nueva vida en Cristo Jesús.
Hay uno que no
está con el traje de fiesta, pues son aquellos que no quieren cambiar, piensan que
son cristianos de primera, que no necesitan cambiar; por eso será atado de pies
y manos para ser arrojado al fuego eterno, que no se acaba.
Su mensaje nos
interpela a todos nosotros, estamos aceptando la invitación del Señor, al
participar del banquete eucarístico, reflejo, del banquete celestial, o nos
llenamos de tantas preocupaciones que nos hace rechazar el banquete de las
bodas de su Hijo.
Pbro.
Salvador A. Carrasco Castro
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