¡DAD AL CESAR… ¡Y
DEVOLVER A DIOS LO QUE ES DE DIOS!
Los fariseos se juntan con los herodianos, para arremeter contra Jesús, buscando motivos para
hacerle quedar mal ante la multitud, descubrimos que hay maldad en sus
corazones.
Formulan una
pregunta maliciosa, para tenderle una trampa, ¿Es lícito pagar impuesto al
Cesar sí o no? Si Jesús
responde que sí, entonces sería una persona que está a favor del imperio romano,
que es pagano y por tanto sería un traidor; y si dice no, entonces, dirán los
fariseos, que se está sublevando contra la autoridad de Roma, y los herodianos,
tendrían motivo para acusarlo, como sedicioso, total a ellos no les importaba
si pagasen o no el impuesto, sino cogerle a Jesús, y hacerle quedar en
ridículo; pero el conociendo la malicia de sus corazones, da una respuestas
envolviéndoles en su propia trampa.
“Dad al Cesar lo que es del Cesar y devolver a Dios lo
que es de Dios”, es una
repuesta muy sabia, pues responde a la inquietud de los fariseos y también a
los herodianos, acá no hay disyuntiva, como se ha querido interpretar, diciendo:
zapateros a tus zapatos; que la iglesia no tiene que meterse en asuntos
políticos, económico, sociales… Pero esta interpretación es totalmente falsa, porque ocuparse de Dios no
es sólo ocuparse del culto, sino preocuparse por la justicia, y por los
hombres, que son los hijos de Dios. Pretender que la Iglesia permanezca en
hablar sólo de Dios, y que se haga la sorda, la ciega y la muda ante los
problemas morales y humanos de nuestro tiempo, es quitar a Dios lo que es de
Dios.
Hay que ser buen cristiano, y buen ciudadano, donde el buen cristiano, no hace la disyuntiva,
separando lo civil de lo religioso, al contrario, un buen ciudadano, debe
reconocer la autoridad política, y obedecer, porque toda autoridad viene de
Dios y por tanto debe cumplir sus obligaciones como ciudadano, pagando sus
impuestos, y donde toda autoridad, debe gobernar para todos, buscando el bien
común y el bienestar de todas las familias.
Nos interpela el evangelio, por eso frente a
situaciones donde la autoridad abusa de su mando, es preferible obedecer a Dios y no a los hombres, es
decir cuando la autoridad, se va contra la vida, contra la familia, no busca el
bienestar de la niñez ni de la juventud y de las familias, es preferible
obedecer a Dios.
Pbro.
Salvador A. Carrasco Castro
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