MARÍA: “MADRE DE DIOS”
Y “MADRE NUESTRA”.
Hoy empezamos el
Año Nuevo, y María ocupa un lugar especial, en este año litúrgico, no es un año más, sino un año en que seguimos caminando como
peregrinos de la fe hacia el encuentro definitivo hacia el Padre; María,
como modelo de fe, nos acompaña es esta peregrinación, así como madre maternal,
acompañó en vida a Jesús hasta el pie de la cruz, también nos acompaña a cada
uno de nosotros.
María, guardaba
todo en su corazón, los pastores gente humilde y
sencilla, que también supieron responder a la Palabra de Dios, por eso fueron
presurosos a Belén, comunicando la buena noticia a María y a san José, y a
cuantos habían, al adorar al niño y contemplarlo, ellos hablaron acerca del
niño a muchos y María al oír estas cosas, las guardaba y las meditaba en su
corazón; los pastores se regresaron glorificando y alabando al Señor.
Madre de Dios; es
el primer título Ecuménico que recibe nuestra Madre; definiéndose ya la verdad de Jesucristo como “verdadero Dios y como
verdadero hombre”, recién se pudo definir la primera verdad sobre la Virgen
María, que ella es “Madre de Dios”, desde el mismo momento que dice su “Fiat”
por eso ya el Hijo del Altísimo estaba en la pura entraña de la Virgen María,
que por obra del Espíritu Santo se estaba revistiendo de nuestra humanidad, sin
dejar de ser Dios.
María es también
Madre nuestra, porque Dios
al encarnarse en el ser de María, también gracias a María se encarna en cada
uno de nosotros, como nos dice Kike Arguello: “Ella se encarna en cada uno de
nosotros, en cada comunidad, cuando se lee su Palabra, cuando se celebra la eucaristía,
por eso debemos mirar al hermano, como hijo de Dios porque en él está habitando
Dios, por tanto María es madre nuestra, de todo creyente, que nos cuida con
dulzura maternal, para que ninguno de nosotros se pierda y nos deje en buen
recado hacia su hijo.
Pbro. Salvador A. Carrasco
Castro
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