LA PALABRA SE HIZO CARNE Y
HABITÓ ENTRE NOSOTROS
La Palabra era Dios, descubrimos que
el niño que ha nacido, es Dios, que el Verbo ya existía desde siempre, y que
era Dios revestido de nuestra carne, y que no solamente es de naturaleza humana
sino también este niñito es de naturaleza divina; por eso la Navidad también es
tiempo de adoración, tiempo de contemplación, porque admiramos la presencia de
éste Dios escondido, en la fragilidad humana. Es la gran riqueza que nos
comunica el apóstol más íntimo de Jesús, éste niño es Dios.
Por su Palabra se
hicieron todas las cosas, nada se hizo sin su palabra, toda la creación se
hizo con el poder de su Palabra, por eso todo cuanto existe, se debe al poder
de su Palabra, y cuando crea al hombre y a la mujer, estos son reflejos de la
imagen de Dios, donde se refleja la gloria de Dios, por el poder de su Palabra.
La Palabra se hizo
carne, para iluminar a toda la humanidad, justo en la noche nace el
salvador, que apenas las estrellas alumbran la noche, pero la presencia de Dios
hecho hombre, como un niño, es la verdadera luz que empieza a iluminar a toda
la humanidad, que estaba viviendo en tinieblas, y esperaba prontamente salir de
esa oscuridad. Y llego por fin este día llego; y la luz vino al mundo, para
sacarnos de las tinieblas. El hombre encuentra la salvación, en Cristo Jesús,
como nos dice este cantico celestial, “paz a los hombres”, todo hombre será
redimido, reconciliado, justificado por Cristo Jesús, y encontrará esa paz que
el Señor nos da. Saldrá de las tinieblas y sombra de muerte, que hacían mucho
daño no solo a los de ayer, sino también a los que vivimos ahora.
Vino a los suyos y no
lo recibieron, vino al mundo y el mundo no lo reconoció, todo estaba
preparado, pero su presencia los incomodaba, por eso no lo recibieron; mientras
que el mundo no lo reconoció, porque estaban preocupados en sus asuntos
terrenales, para cuidar y aumentar sus bienes, sus negocios, su imagen, su
poder, su prestigio, etc. No sabían que había nacido el niño Dios, por eso no
fueron adorar a Dios. Hoy en día, van a otros templos llamados “Mall” allí se
traslada la gente, para tener más cosas materiales y ser felices, pero no
encuentran la verdadera felicidad. No saben que la verdadera alegría y
felicidad nos lo da el niño Dios, porque él es la fuente de alegría gozo, dicha
y felicidad, porque Jesús es el verdadero Dios, que nos llena plenamente de
vida.
Solo a los que
creyeron se les dio el poder de ser hijos de Dios, porque confiaron
plenamente en su Palabra, que da vida, que ilumina, nos saca de las tinieblas,
que nos transforma, nos renueva, nos hace hijos de Dios.
Debemos alegrarnos en
esta Navidad, porque Dios se hizo hombre revistiéndose de
nuestra humanidad, para compartir nuestra existencia, dar sentido a nuestra
vida, sacarnos de las tinieblas y de sombras de muerte, y empezar a vivir una
vida nueva en Cristo Jesús. Podemos decir, para mi Jesús basta.
No olvidándonos, que
hay otros niños, que nos muestran que Jesús esta con ellos, como son los pobres
que necesitan mucho de nosotros, y estos pobres no solo de carencia material,
sino de carencia espiritual, y afectiva, también necesitan de nosotros, ahí
está Cristo, comparte, ayuda, socorre, sirve, sin esperar recompensa, habrás
pasado una de tus mejores Navidades.
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro
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