¡HAY QUE SER MISERICORDIOSO!
Jesús nos da una gran enseñanza para ser
misericordiosos, el letrado sabe y dice a Jesús lo que está escrito
en la Ley, pero no sabe realmente quién es el prójimo, por eso Jesús le da una
lección de humanidad al narrar la parábola del “Buen Samaritano”; para que
caiga en cuenta quién es el prójimo.
Cuando amamos, ponemos límites, solo debemos amar
a los nuestros, como son la familia, nuestros paisanos, a nuestro grupo
religioso; pero no a los que han caído en desgracia, nos desentendemos, los marginamos,
los juzgamos… buscamos razones para no atenderlos; no queremos comprometernos.
Cuando el sacerdote y el levita representantes oficiales del “amo a Dios” en el
sistema religiosos judío, pasan de largo, no quieren complicarse la vida con el
herido, que ha sido asaltado y despojado; pues no es de los suyos, es un
pecador que está viviendo su propia desgracia, se desentienden del él, su misma
actitud demuestra que ese amor de Dios que representan es mentira y toda su
existencia religiosa es un engaño. Esto también nos sucede a nosotros, queremos
desentendernos, del niño y del joven que han caído en desgracia, su hogar ha
quedado destruido por el divorcio de sus padres; del niño abandonado, de las
mujeres que tienen que vender sus cuerpos, de los alcohólicos, de los
drogadictos, de los que son víctimas de la violencia, de los marginados, de los
pobres... Nos convertimos en leguleyos, porque observamos la ley, y condenamos
al que ha caído en desgracia (pecado) señalando
con el dedo acusador, diciendo ya no se puede hacer nada, como el sacerdote y
el levita.
Para el amor, no hay fronteras, el Samaritano es
Misericordioso que nos da una lección de humanidad, pues aproxima al que
ha caído en desgracias, ya que el sacerdote y el levita, pasaron de
largo; pero este samaritano es, considerado como un hereje, cismático, odiado
por los judíos, está subiendo a Jerusalén, y al ver al herido, se detiene y
baja de su cabalgadura, se conmueve ante
el que esta medio muerto, se aproxima y cura sus heridas, con vino y aceite,
que simbolizan a los sacramentos, y lo sube a su cabalgadura y cuando llega a
la posadera lo cuida toda la noche, y al día siguiente, da dos denarios al
posadero para que lo atienda, hasta cuando vuelva. El Samaritano, no hace acepción
de personas, ni busca las razones o no de su desgracia, lo más urgente para él,
es atender al que está herido, que necesita urgentemente ser auxiliado, por que
cayó herido, víctima de los bandidos que lo asaltaron en Jericó. Por eso
debemos ser misericordiosos, con nuestros hermanos, sin hacer distinción de
personas, raza, o religión.
Pbro. Salvador A. Carrasco C.
JUBILEO DE LA MISERICORDIA DE DIOS
Jesús nos ayuda a caer en cuenta que hemos pecado. Por eso pongo un ejemplo bíblico, que nos ayudará a caer en cuenta que hemos cometido pecado:
JUBILEO DE LA MISERICORDIA DE DIOS
Jesús nos ayuda a caer en cuenta que hemos pecado. Por eso pongo un ejemplo bíblico, que nos ayudará a caer en cuenta que hemos cometido pecado:
¿El hombre puede caer en cuenta que ha ofendido a
Dios?
Claro que si puede
caer en cuenta, con la ayuda de Dios. Ponemos como ejemplo al rey David,
(recomiendo leer 2 Sam. Cap. 11 y12 ss.)
el poder lo encegueció, no sabia que lo que estaba haciendo, no agradaba a Dios; es el profeta Natán enviado por Dios, le narro un
hecho, y en un momento se enfureció David y le dijo a Natán: “Vive el Señor,
quien hizo tal cosa merece la muerte, y pagará cuatro veces el valor de la
oveja por haber hecho esto y actuado sin piedad”. Natán dijo a David: ese
hombre eres tú… Dios te favoreció en todo, y así haces la maldad ante los ojos de Dios; David cayo en cuenta lo malo que hizo, por eso pide perdón a Dios de todo corazón, por lo malo que hizo, y lloró muchísimo. También tenemos el
pecado que cometió el Rey Ajab (1 Rey 21,1ss) donde un profeta que es Elías le denuncia lo
malo que hizo ante los ojos de Yavé.
Ayudemos a nuestros hermanos, que a veces están enceguecidos o adormecidos por algo y que no caen en cuenta que han ofendido a Dios.
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