¡LA
PRESENCIA DEL ROSTRO MISERICORDIOSO DE DIOS!
Los
apóstoles, estaban en un ambiente sepulcral, llenos de miedo, asustados,
decepcionados, temerosos de morir y acabar como su Maestro; todo esto los
paralizaba, por eso estaban con las puertas bien cerradas, para no caer en
manos de las autoridades judías, y terminar como su Maestro, que fue ejecutado.
Tampoco no dieron crédito al mensaje de las mujeres, ni a los dos discípulos,
que les contaron que habían visto al resucitado. Hombres sin fe, cuando se pierde
la fe estamos muertos, creándose un ambiente sepulcral, ese el peligro de la
iglesia, cuando pierde la fe, y se encierra en sí misma, ante este mundo que
pregona el libertinaje... El Papa nos pide que salgamos de estos lugares
referenciales, anunciado al mundo, que Jesús está vivo y presente, que sepa que Dios quiere darnos una vida sin fin.
El rostro misericordioso de Dios se
hace presente en Jesús resucitado, que se apareció a los apóstoles el primer día de la semana, se puso en medio
de ellos y les dijo: “Paz a ustedes” mostrándolos las heridas de sus manos y de su costado, descubrieron que era él mismo, por eso se llenaron de alegría y de gozo; se disipó todo miedo y temor. La comunidad cobra vida, porque está
presente el resucitado, desapareciendo ese ambiente sepulcral...
Dios es misericordioso, soplo sobre ellos el Espíritu
Santo y les da el poder
de perdonar los pecados a todos los apóstoles, en ese momento instituye el sacramento de la
confesión, donde todo pecador
experimentara la misericordia de Dios, que no condena sino que perdona y el pecador, recupera la alegría de tener nuevamente
a Cristo resucitado. Falto Tomas, los demás
apóstoles le dijeron hemos visto al Señor, no se alegró... y dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no lo creo". Estas heridas nos recuerdan el
odio que desatamos contra el inocente y la muerte que le dimos, pero su amor
fue más grande que nuestro odio y con su muerte venció nuestra muerte…
El resucitado se aparece
nuevamente a los ochos días, todos estaban reunidos, les dijo: “La paz sea con
vosotros” y le dijo a Tomás, acércate, pon tu dedo en las heridas de mis manos,
y tu mano en la herida de mi costado, recién creyó por eso, nosotros seremos felices si creemos
en el rostro misericordioso del Padre, que esta presente en cada comunidad reunida en su nombre, aunque no lo vemos con estos ojos físicos. Tomas dijo:
“Señor mío y Dios mío” es la expresión de Tomás el incrédulo, pero
que tuvo la gracia de palpar las heridas de Cristo resucitado, desde aquel
momento la Iglesia ha hecho suya esta afirmación de fe; “Señor mío y Dios mío”,
que encierra una gran riqueza teológica, por eso Jesús nos dice a nosotros: “Dichosos
los que creen sin haber visto”. Debemos saber que el resucitado está presente y
cerca de nosotros.
Pbro.
Salvador A. Carrasco Castro
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