sábado, 23 de marzo de 2019

III DOMINGO DE CUARESMA CICLO C 2019

Posted by salvador on 3/23/2019 09:03:00 p.m. with No comments



SI NO NOS CONVERTIMOS, PERECEREMOS.

Nadie está libre de cualquiera desgracia, sean estas ocasionadas por el hombre, como sabemos de algo terrible que ha sucedido a los galileos, que estaban en el templo; esta se conoce como la desgracia política; y también hay desgracias naturales, como los terremotos, inundaciones, tsunami…, que producen muchas pérdidas humanas; que también sucedieron en tiempos de Jesús, que hubo un terremoto que derrumbó la torre de Siloe y murieron dieciocho personas. Los medios de comunicación masiva viven siempre de la desgracia del hombre. Muchos piensan que Dios los ha castigado por ser muy pecadores y los que no sufrimos desgracias somos los menos culpables, o no tenemos nada contra Dios. También Jesús frente a estos hechos, nos quiere indicar que la vida del hombre es precaria, es decir, en cualquier momento dejaremos de existir y estaremos ante el inminente juicio divino.

Jesús nos advierte, que si no nos convertimos pereceremos, como ellos. Todos necesitamos de conversión, Jesús, al leer estas realidades que producen muerte y dolor, nos manifiesta que si no nos convertimos pereceremos como ellos. Todos necesitamos de convertirnos. Jesús quiere que todos nos salvemos, Dios nos da una oportunidad, que, si no lo aprovechamos, será ya muy tarde, porque la muerte sorprende al pecador. Con ello Jesús nos muestra que toda nuestra vida está montada sobre un riesgo: el juicio de Dios que se avecina. Ante ese riesgo del juicio, solo existe una actitud, la conversión. Queda claro, que no podemos decir que no somos pecadores, y que no necesitamos de conversión, pues Jesús nos invita a la conversión verdadera, para que obtengamos la salvación eterna y que nuestra verdadera realidad no quede destruida.

Es necesario convertirse, sabemos que todos necesitamos convertirnos. La conversión es todo un proceso, que empieza por quitarse esa falsa visión, de que los que han muerto eran más pecadores que nosotros, por eso Dios los ha castigado; quitarse también esa falsa visión de que somos buenos, por eso nada nos sucede; no hemos recibido el castigo divino de Dios. Quitar también la falsa visión que Dios es un castigador, y que tenemos que experimentar su bondad, misericordia y su perdón con todos nosotros. La conversión también es la transformación de corazón, y del camino de la vida, desterrando todo tipo de ídolos, vicios…y empezando tomar la ruta que Jesús nos ha señalado; es decir rompiendo con todo aquello que nos impide acercarnos a Dios. La conversión significa vivir abiertos al   misterio del reino como don de amor de Dios y como una urgencia de un cambio, para servir a los demás. La conversión es también una gracia de Dios que toca lo más profundo del ser de la persona, que hace cambiar la vida del pecador de manera radical, aceptando la bondad, la misericordia, el perdón, y su mensaje de amor de Dios que nos tiene.

Dios es paciente con el hombre, no quiere que seamos como una higuera estéril, para ser arrancada por no dar fruto. El labrador suplica al dueño que le dé un tiempo más, si al remover la tierra, al abonarla, al podarla, podría dar mucho fruto. Si no da realmente ningún fruto hay que arrancarla. Dios es paciente con nosotros, espera que demos frutos de conversión y hay que demostrarlo; pues no basta decir, tengo el conocimiento de Dios, conozco la Palabra de Dios, conozco muy bien la doctrina cristiana, Dios siempre cuida de nosotros, soy muy piadosos, es decir nada me falta; pero no hace nada por dar frutos de conversión, por eso será arrancado. Cuáles son esos frutos de conversión, son el reconocimiento que soy pecador, el arrepentimiento, el firme propósito de cambiar, confiar en la misericordia de Dios que todo lo puede, en experimentar el perdón de Dios; y en estar llenos del Espíritu Santo, como nos dice San Pablo, para que se manifiesten sus frutos que son: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio propio. (Gal 5,22). Especialmente en realizar obras de caridad, con los más necesitados.


                                Pbro. Salvador A. Carrasco C.






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