“SI ME AMAN, GUARDARÁN MIS MANDAMIENTOS”
“Si me aman, guardarán mis mandamientos Es una expresión propia de Jesús, que pronto partirá hacia el Padre; que
será de los discípulos cuando Jesús ya no este, porque es inminente su partida.
Guardar mis mandamientos, significa, escuchar su palabra, cumplirla, procurar
siempre hacer la voluntad del Padre como Jesús nos ha enseñado. Los discípulos apenados, adoloridos y entristecidos por que no tendrán su compañía, Jesús los consuela, al decirles que conviene que me vaya al Padre, para pedirle que les de el "Don" que es el "Paráclito", el "Espíritu de la Verdad", que les auxiliará para soportar toda adversidad, con paciencia y humildad por amor a Jesús;
serán perseguidos, maltratados… por no estar de acuerdo con los valores de este
mundo. Jesús, está en medio de ellos y el Espíritu de la Verdad harán que guarden y cumplan mis mandamientos, con eso están demostrando que
me están amando, también les dice:
“No los dejaré huérfanos”. La
triste realidad de muchos niños y niñas, que experimentan el total abandono, al
fallecer sus padres o cuando estos los han abandonado, no han tenido compañía, como muchas veces un padre o una madre de familia no tienen tiempo para estar al lado de su hijo; de igual modo un presbítero que abandona a su feligresía y no tiene tiempo, porque tiene otras cosas que hacer... Jesús no nos va a dejar huérfanos, pues promete enviarnos otro “Paráclito”, que será quien este a nuestro lado, que nos ayudará para que puedan cumplir sus mandamientos y así manifestaran que están amando a Jesús.
Jesús
les promete, que les enviará otro el “Paráclito”, los discípulos tenían a Jesús como su Defensor, como su Paráclito, como
su Abogado, pues estaba con ellos, haciendo siempre el bien, ayudándolos, animándolos... ahora no estará
con ellos físicamente, por eso ruega a su Padre para que les envíe otro Paráclito, que es el Espíritu de la Verdad, que va a estar en cada discípulos y en la comunidad, para acompañarlos, ayudarlos, auxiliarles,, consolarlos, colmarlos de alegría; y será quien los guíe hacia la verdad
plena, sabiendo que son profundamente amados por Dios, que no los ha dejado huérfanos. Por eso es tarea de todo sacerdote siempre acompañarlos a sus feligreses como buenos pastores.
El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve,
ni lo conoce, han rechazado al
Hijo, enviado por el Padre y han preferido las tinieblas; movidos por sus
propios intereses mezquinos y egoístas, llenos de orgullo, por eso no han
podido reconocer a Jesús. Los discípulos, que han creído y han vivido con Jesús,
en ellos habita el Espíritu Santo, y perciben una nueva presencia de Jesús por
medio de los ojos de la fe que viven en los corazones de cada creyente y tienen al que les ha dado una nueva vida, que mora en cada creyente que es el Espíritu Santo. Los que son del mundo no lo han conocido y no
pueden ver a Jesús, ni mucho menos no pueden recibir al Espíritu Santo.
Al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré, Jesús nos da a conocer que el
verdadero amor que se tiene a Jesús es cuando guardas y cumples sus mandamientos y así a los que aman al Hijo, serán amados por el Padre y viviremos siempre unidos al Padre; este amor se manifiesta cuando realmente amamos a nuestros
hermanos, y si no amamos a nuestros hermanos Dios no está con nosotros y somos
mentirosos.
Jesús nos da un premio por ser fiel a Dios en
el amor, pero el mundo nos
propone otros premios, como son, el dinero, el éxito, la fama, el poder…, el
sacrificio egoísta que no quiere compartir. El cristiano tiene que ser fiel a
Dios, para acoger ese don maravilloso que nos que nos dará el Padre y el Hijo, que, al recibir este don, hará su morada en cada uno de nosotros, y así se dé el
cumplimiento de la Promesa del Hijo y del Padre.
Pbro. Salvador A. Carrasco
Castro
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