¡LA PROMESA DE DIOS, SE
CUMPLE EN MARÍA!
Toda la humanidad fue herida por el pecado de Adán y
Eva, y llevan
todas las generaciones de todos los tiempos las consecuencias de dicho pecado:
ya no vivimos en el paraíso, tratamos de escondernos de Dios, hemos quedado
desfigurados, ya no somos imagen de Dios, se ha oscurecido la imagen de Dios…
Dios no
ha abandonado al hombre en su miseria, quiere salvar al hombre, es el mismo
Dios quien va a preparar su morada, no es el hombre que va a preparar una
morada para Dios, por eso María, la elegida de Dios, en ella estaba preparando
su morada, para estar con nosotros.
Dios envía su mensajero que es el Ángel Gabriel que le
anuncia el cumplimiento de la promesa, que María será la madre del Altísimo, por eso, ella quedo desconcertada, no
comprende este mensaje de Dios, anunciado por el Ángel, y le responde como será
eso, ya que no conoce a varón, pero el ángel le va explicando cómo será todo
aquello, por eso María va comprendiendo, y acepta con humildad este mensaje de
Dios.
Dios respeta siempre la libertad de cada persona, esto
fue en el caso de María, Dios no la
obligo, Dios no la amenazó, pues él quiere siempre invitarnos; por ello María
es el modelo de obediencia de la fe, es decir ella se fía completamente de la
palabra de Dios, y nos da un ejemplo, para cada uno de nosotros, que también
debemos confiar de la palabra de Dios, como lo hizo María, al responder al
ángel “he aquí la esclava del Señor, que se haga según su palabra.
Dios cumple con su promesa, no quiso abandonar al
hombre en su pecado, muerte, dolor sufrimiento, angustia, desesperación, por ello gracias al sí de María, Dios se prepara una
morada, que por el poder y la fuerza del Espíritu Santo, cubre a María, para
que el Hijo del Altísimo, se revista de nuestra naturaleza humana, para hacer
morada en medio de nosotros, y esto gracias a Dios, que preservó a María de
toda mancha y desde su concepción misma,
ya anunciado en el antiguo testamento, y que ella no titubeo ante el
designio de Dios, para ser la madre del Hijo del Altísimo; y respondió a Dios,
con un amor generoso.
Pbro. Salvador Carrasco Castro
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