“ESTAD VIGILANTES Y ESPERAR
AL SEÑOR”
Ricos para Dios y
no para el mundo, los
ricos del mundo, son aquellos que se ahogan en sus riqueza, y han puesto su
seguridad en ellas; y los ricos para
Dios, son aquellos que han puesto su confianza en el Señor, porque los bienes
que obtienen lo ven como un don de Dios, y lo comparten con sus hermanos, los
más necesitados. El único bien para ellos es Jesús y este es el pequeño rebaño, a quien el Padre ha tenido a bien
darles el reino.
Donde esta vuestro tesoro
allí estará tu corazón,
nos dice Jesús, si amas al dinero tendrás un corazón frio materialista
interesado, un corazón de piedra y de metal mezquino, y codicioso; pero si
pones tu corazón en Dios, tendrás un corazón tierno, servicial, cálido,
sensible y esperaras para recibir tu premio,
Dichosos los criados a quienes
el señor, al llegar los encuentre despierto, para esto hay que tener ceñida la cintura y
encendidas las lámpara, pues no
sabemos a qué hora vendrá el esposo, y
por tanto tenemos que estar en vigilia, es decir despiertos, que el mundo no nos adormezca, con
sus falsos valores, sus ruidos, imágenes, ideologías etc. que intentan hacernos
caer en la idolatría, y no tener un esperanza en el Señor, sino en lo que ellos
nos ofrecen; por eso hay que estar vigilantes y las lámparas encendidas, para recibir al esposo, cuando venga en el
momento, menos pensado, para que nos diga Dichosos a quienes nos encuentra
haciendo algo bueno y mientras llega hacemos buen uso del tiempo que Dios nos
da, poniendo los talentos al servicio de Dios y de la Iglesia,,
Somos peregrinos de la
fe, porque marchamos a
la patria verdadera y definitiva, gracias a un Dios bondadoso, omnipotente y
siempre fiel, que hace que no se apague
esa luz, que es la fe en nuestras vidas, para que los siervos seamos buenos
administrador de los tesoros que el Señor confió nos ha confiado; sin dejar de ser peregrinos de la fe, esperando
con ansia y con la certeza segura, de obtener el premio y no el castigo., como
lo hicieron nuestros padres en la fe, como fue el caso de Moisés, Abrahán, que son
modelos de fe y de esperanza.
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro
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