
¡EL PECADOR, QUEDO JUSTIFICADO!
Jesús nos da una nueva enseñanza sobre la
oración, como debemos orar, sin resaltar lo que somos, sino
reconociendo con sinceridad y humildad, que hemos ofendido a Dios y que somos
pecadores. Por eso nos narra la siguiente parábola, del fariseo y del publicano
que ingresaron al templo.
Cuando
ora el fariseo, se cree justo, empieza
agradecer a Dios, no lo ve como una bondad de Dios, lo malo es que se
autocomplace...