“AMAOS
UNOS A OTROS ...COMO YO LOS HE AMADO”
Ahora ha sido glorificado
el Hijo del hombre, justamente
cuando Judas abandona el cenáculo, para cometer su traición, y Dios ha sido glorificado en él. Jesús nos revela su verdadera identidad, que, siendo Hijo de Dios, va a dar su
vida por nosotros muriendo en la Cruz, para manifestarnos el verdadero amor que
Dios Padre tiene a toda la humanidad. También les manifiesta conmovido, que ya
no estará mucho tiempo con los suyos.
Les doy un mandamiento
nuevo, no es una
obligación, sino que es la novedad que quiere que vivamos, donde lo nuevo,
supera lo antiguo, que dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Lev 19,18),
que en el fondo se aman entre ellos, no amando a los extraños, poniendo
barreras infranqueables a los que no son de los suyos.
“Amaos los unos a los
otros”, acá Jesús está
pidiendo a sus discípulos, que vivan en profundidad el amor fraternal, porque
muy bien sabemos que estamos unidos, y vivimos en comunidad; pero estamos
peleados, guardando rencor, hay envidia, revanchismos, hipocresías… Hay que vivir la dimensión fraternal, hay que
mirar al hermano como hijo de Dios, como nos dice San Juan, quien ama a Dios y
odia a su hermano es un mentiroso, por eso no podemos separar el amor a Dios
del amor de los hermanos. Ahora cómo podemos amar a nuestros hermanos, Jesús
nos da la respuesta:
“Como Yo los he amado”,
Jesús es el único modelo del amor, Dios es Amor, Él nos ha manifiesta su profundo
amor a todos nosotros, queriendo siempre nuestro bien, curando, sanando,
liberando, perdonando, enseñando, etc. haciendo todo por puro amor, sin egoísmos,
ni interes mezquino; por eso Jesús ha dado su vida por todos nosotros, ahí ha
manifestado el intenso amor que Dios nos tiene, que nos ha amado hasta el extremo, y así debe ser nuestro amor.
Encontramos en estos tiempos a gentes que aman, como Jesús nos ha amado, cuando
ofrecen su vida y su tiempo atendiendo a los enfermos, alimentado a los
hambrientos, vistiendo a los que tienen frio, visitando a los presos,
socorriendo a los necesitados, y marginados como lo hizo Madre Teresa de
Calcuta y cuantos más ahora nos siguen dando grandes ejemplos.
Finalmente, si se aman
mutuamente, serán mis verdaderos discípulos, es un reto para nosotros,
vivir el verdadero y puro amor, como nos enseñó Jesús. No el amor que el mundo
nos ofrece, que es un amor recíproco, que cae, en la dimensión mercantilista, tú
me perdonas, y también te perdono; tú me ayudas, yo también te ayudo; ese no es
el verdadero amor: Es necesario, ser amado por Jesús, ahí descubrimos el
verdadero amor con que Jesús nos amó, para poder amar a nuestros hermanos y así
podemos se una verdadera señal de cristianos.
Pbro. Salvador A. Carrasco C
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