¡EL REINO DE DIOS CRECE Y NO SE DETIENE!
Hoy el hombre se encuentra desanimado, ha dejado de lado a Dios, por el adelanto tecnológico y científico, pensando
que iban a superar sus problemas; incluso los éxitos, triunfos y rendimientos
eficientes, no han logrado solucionar sus problemas que lo afectan como son:
el hambre, la pobreza, las injusticias…, por eso se hacen la pregunta ¿Dónde está Dios? frente a tanta
injusticia…Dios nos responde en parábolas:
El Reino de Dios
crece y no se detiene, así cuando el sembrador
siembra la semilla, la semilla tiene una fuerza interior, que hace que
germine, eche tallo y de espigas; cuando el terreno es fértil, que somos
nosotros que acogemos la palabra, que germinará; en el fondo es la acción que
Dios que realiza silenciosamente; no es obra de hombre alguno, es el Señor que
hace crecer. Esto también se da en la iglesia y en nuestra vida, cuando el
hombre realiza una actividad, movido por el amor, o la ilusión o algún interés,
la eficacia de ese trabajo crece notablemente, como dice San Pablo, uno es el
que siembra, otro es el que riega, otro es el que abona, pero que en el fondo
es Dios quien hace crecer y dar mucho fruto. Así, la semilla del Reino va
germinando, creciendo y dará abundantes frutos, secretamente dentro de cada uno
de nosotros, pues es obra de Dios; y nada lo podrá detener, ni las fuerzas del mal.
Esta parábola es
también un llamado a la paciencia.
No podemos decepcionarnos o impacientarnos en nuestro crecimiento espiritual, o
trabajo pastoral, a pesar de todas las injusticias que se van dando, muertes, despenalización
del aborto que se han dado otros países…; a pesar de ello queremos tener rápidamente la
cosecha, es decir tener éxitos, llenar estadios… Es el Señor que conduce y
espera el momento de la cosecha como buen Labrador.
El Reino de Dios
es como una semilla de mostaza, que es
la más pequeña de todas las semillas, significa la pequeña comunidad de
discípulos, que Dios cuenta con ellos, ante la opresión y la persecución de los
romanos, es una muestra de cómo Dios la hace germinar y crecer, llegando hacer
la más grande transformando todo un imperio. Acogiendo a todos los pueblos. Hoy
también la Iglesia es pequeña, pero sigue creciendo cada vez más y albergando a
todas las naciones que abrazan la fe en Cristo Jesús. Es obra de Dios.
Pbro. Salvador Carrasco C.
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