JESÚS, MEDIANTE SU CUERPO Y SU SANGRE, ESTA PRESENTE TODOS LOS DIAS.
Hoy es un gran día solemne, porque
celebramos el Santísimo cuerpo y la Santísima sangre de nuestro Señor
Jesucristo, que no se separa de la Institución de la
Eucaristía, pues Jesús, nos ha dejado, su cuerpo y su sangre, para indicarnos
que no nos ha abandonado y está presente cada día, para que le adoremos,
alabemos, contemplemos, Jesús está presente, realmente, en cuerpo sangre, alma
y divinidad. No lo olvidemos, él está siempre en el sagrario de cada templo, no
nos ha abandonado, pero creo que muchos de nosotros lo hemos abandonado, a
pesar de ello él te sigue esperando.
El banquete nupcial, Jesús estuvo en varios banquetes, durante
su vida terrenal, especialmente con los pecadores, como es en el caso de la
casa de Simeón, el fariseo; en la casa de Zaqueo, que se convirtió, hubo un gran banquete; pero en este último banquete, que Jesús celebra la pascua judía con sus
discípulos, hubo un gran giro, que es digno de admiración: pue Jesús, tomó un pan... y dijo: “Tomen, esto es mi cuerpo". Y, tomando en sus manos una copa… y todos bebieron. Y les: “Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos”. Con
su sangre se selló, de manera definitiva la nueva y eterna alianza.
Su cuerpo y su sangre, es signo de su presencia, lo mejor
que nos dejó Jesús para estar presente todos los días, Jesús eligió ese modo o
forma de estar presente, para manifestarnos, que no nos ha abandonado, él está
ahí presente bajo las especies de pan y de vino; es decir es el mismo Jesús,
verdadero Dios y verdadero hombre que está escondido en las especies de pan y
de vino. Jesús prometió no abandonarnos, por eso nos ha dejado esta dádiva,
cumpliendo su promesa con los apóstoles.
La sagrada Eucaristía, nos indica que cada vez que se celebra la
Eucaristía, estamos actualizando el único sacrificio de Jesucristo, cual es, el
acontecimiento de la pasión muerte y resurrección de Jesucristo, donde Jesús que
ha pedido a los apóstoles que lo realicen todos los días, hasta cuando él
venga. La Iglesia ha continuado con este mandato de Jesús a través de sus sacerdotes,
mediante la consagración del pan y del vino que se convertirán en cuerpo y
sangre de Jesucristo.
La Eucaristía, es también un gran banquete de comunión, Jesús nos ha dejado su
cuerpo y su sangre como alimento, conocido como el “dulce mangar del cielo” así
lo llamo Santo Tomas de Aquino, donde cada vez que comulgamos, entramos en
comunión con toda la Iglesia, que es el cuerpo único de Jesucristo como nos
dice San Pablo, este alimento nos da fuerza, para seguir combatiendo, y no caer
fácilmente en pecado. Dios quiere que compartamos nuestro pan con los pobres.
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro
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