¡EL SEMBRADOR ES MUY
GENEROSO!
El sembrador es muy generoso con todos, quiere que la semilla, que es la Palabra de Dios, llegue a todos, sin
distinción de raza, pueblo, de lenguas… Jesús es el buen sembrador, que rocía la semilla en la tierra, que somos cada uno de nosotros, sin
distinción, esperando obtener buenos frutos.
La semilla, es muy buena, cae en distintos terrenos, ese terreno somos cada uno de nosotros. Jesús nos dice que hay tres
grupos de personas, que no alcanzan la salud del alma por no acoger la palabra
de Dios; y no es porque la semilla sea mala, por eso que rechazan su mensaje y lo ven como un fracaso;
pero hay un cuarto grupo de personas, que acogen la Palabra de Dios, y que el
éxito no depende de la semilla, sino porque estas personas están dispuestas
acoger en su corazón la semilla y alcanzan la salud del alma.
La semilla que cae en el camino, se
refiere aquellos que no acogen la Palabra de Dios, en su corazón, porque rápidamente
viene el maligno y la arrebata, son los que odian a Dios, los indiferentes, los
tibios, que han cerrado sus ojos, y tapado sus oídos al mensaje de Dios; ven
que nada ha cambiado, todo sigue igual, por eso su mensaje no tiene éxito y es un fracaso; por eso no entienden nada del
Reino de Dios.
La que cae en terreno pedregosos, son
aquellos que acogen la Palabra de Dios con entusiasmo, simpatía y alegría, pero son inconstantes, y ante la
tribulación por la misma Palabra sucumben fácilmente, por tener un corazón débil;
quieren pasarla bien, no quieren sufrir a causa de la Palabra; la semilla por
no tener raíz se secó. Son los cristianos débiles, que no quieren correr el mismo riesgo de Jesús; solo viven de emociones y son muy superficiales.
Otros, que, al caer la semilla, entre
espinos, empieza a crecer, pero las malas hierbas que simbolizan las riquezas y los afanes
del mundo ahogan la palabra de Dios, dando espació a sus propias riquezas y
placeres que el mundo les ofrece. Son los que sirven a Dios y al dinero. Son
los cristianos de etiqueta y de fachada, que solo aparecen en las fiestas
patronales, o en las misas de difuntos, y después se alejan de Dios, buscando
los placeres de la vida y las riquezas.
Finalmente, los que acogen la
palabra de Dios en su corazón, con alegría; la semilla cae en buen terreno
fértil, que dará frutos muy abundantes, y son aquellos que meditan la Palabra de Dios, la aprenden y la guardan en su corazón; como ejemplo tenemos a nuestra Madre,
la Virgen María, que acogió en su corazón la Palabra de Dios, y dio su fruto.
Dios quiere que nuestra vida sea un buen terreno fértil, para acoger la Palabra
de Dios y de muchos frutos, como los grandes santos. También la Palabra nos compromete para que seamos buenos sembradores,
anunciando a Jesús y su mensaje a todas las personas, para que amen a Jesús y vivan conforme a sus enseñanzas.
Pbro. Salvador Carrasco C.
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