¡EL VALOR DE LA ALEGRÍA!
El tema central de la
predicación de Jesús es el Reino de Dios, y Jesús utiliza varias parábolas para describir la
nueva realidad que ha inaugurado y empezado, con su presencia en este mundo, es
decir es el Reino de Dios y su soberanía, con la sabiduría de Dios podrás
descubrir ese tesoro o perla preciosa, que todo queda palidecido ante el
asombro de su reino.
La alegría, es el
determinante, que hace tomar la decisión, de venderlo todo, por comprar el campo, donde encontró el tesoro y lo
escondió; es decir, como nos dice San Pablo: “Para mí la mayor ganancia
es Cristo”, y todo lo demás lo considera perdido; ahora, para adquirir el
tesoro, tiene que vender todo y despojarse
de todo los valores que el mundo le ofrece, como son: dinero, poder, placer,
los lujos, el consumismo, la fama, la fortuna, el prestigio, el éxito, etc.
pues todo ello ya no cuenta, solo Cristo Jesús, que es el tesoro escondido; que
para obtenerlo hay que renunciar a todo, y el operario, no quiso robar ese
tesoro, sino que prefirió comprar el terreno y así poder contar con ese tesoro
escondido de manera honesta.
Nuevamente la alegría es
el determinante para tomar la decisión, por el Reino de Dios, el comerciante que busca perlas finas, que al encontrar una de gran valor, vende
todo, por adquirir esa perla preciosa de gran valor, que es Jesucristo; son
como aquellos negociantes que conocen bien los productos que le dan mayor
ganancias y eso es lo que más compran, para tener un negocio altamente
rentable, porque conoce bien el mundo de los negocios; ahora cuanto más el
negocio espiritual, que al conocer a Jesucristo, deja todo, o lo vende todo por
comprar la perla preciosa, que es optar por su Reino, que tiene más valor que todos los reinos del mundo y nada lo puede superar.
Finalmente, el Reino de Dios,
es como una red que se echa al mar, donde se cogen toda clase de peces, sean
buenos o malos;
ello nos invita a saber convivir con todos, sean buenos o malos, pero que no
nos dejemos llevar por la maldad de ellos, porque llegará, el día del
juicio, donde Dios ordenara separar a los buenos de los malos, por eso debe estar en una
comunidad que donde se vivan los valores del Reino de Dios. Lo peor que le puede pasar a un católico,
como nos dice san Juan Crisóstomo, es que un católico se condene, teniendo todos los medios para salvarse, no logra salvarse, y como nos dice San Agustín, cayó
en la mayor desgracia eternamente.
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro