¡EL ENCUENTRO INESPERADO!
El pozo de Jacob, es un lugar de encuentro, Jesús bajo el calor del medio día, llega al
pozo y se sienta; al ver que llega una samaritana, inicia el dialogo, pidiéndole
agua para calmar su sed, ella se extraña por el acento de su voz, reconoce que
es judío, se sorprende que un judío le pida agua, sabiendo que no se llevan bien.
Jesús no marca distancia, pues viene a cumplir la misión que el Padre le ha
encomendado, pues quiere a mostrarle el camino que conduce hacia la fe, tiene
sed de la samaritana y de todos nosotros. Todos somos samaritanos, como nos
dice San Agustín, que necesitamos recibir ese don, que nos ofrece Jesús.

Para recibir ese don que es el Espíritu Santo (agua viva), es necesario
que ella sea sincera y se convierta de corazón, por eso Jesús le dice: “Llama a tu marido y vuelve acá”, para suscitar en
ella una fe, un camino de conversión y arrepentimiento; le contesta que no
tiene marido, así Jesús suscito el arrepentimiento en su vida pasada, al
decirle que ha tenido cinco hombres y el “último hombre no es su marido”, en eso ha dicho la
verdad, no reprochándola, sino haciéndola ver lo malo de su vida pasada, es la
imagen que nos muestra que vamos detrás de otros ídolos (una iglesia evangélica
a otra, sectas, brujos…). . Ella reconoce que Jesús es un profeta al sentirse
liberada.
Los verdaderos adoradores adoraran a Dios, en Espíritu y verdad, ya no será ni Jerusalén, ni el monte de Garizín, el hombre que quiera estar
en contacto con Dios lo hará por medio de la persona de Jesucristo, para adorar
al Padre como él quiere, en espíritu y verdad.
La Samaritana, se convierte en una gran evangelizadora, va a la ciudad de Samaría, para dar testimonio de este gran profeta, al decir
a sus vecinos que ha encontrado al Mesías, que le ha dicho toda su verdad, ha
cambiado su vida, dando testimonio de él, trayendo a muchos samaritanos que lo
vieron y escucharon sus enseñanzas y creyeron el él. También nosotros tenemos
que anunciar a Cristo en nuestros hogares, en nuestro trabajo, anunciar a
nuestros amigos…
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro
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