¡UN GRAN PROFETA, VIENE A PREPARAR LA VENIDA DEL MESÍAS!
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro
Juan
el Bautista, es el último del profeta del Antiguo Testamento, que
recibe la palabra de Dios,
para cumplir una obra. Esta palabra no lo reciben los poderosos, como Tiberio,
ni otras autoridades, como Pilato, ni el Sumo sacerdote Caifás. Dios dirige su
palabra a la gente sencilla, como es el caso de Juan Bautista que habita en el
desierto. Nosotros tenemos que alejarnos de los bullicios de este mundo, que
nos ensordecen y enceguecen con sus propagandas navideñas, para acoger la
palabra de Dios, como también lo acogió la Virgen María, mujer de esperanza.
Juan no es una figura política, económica, social, o comunicador
social, y propagandista de un producto, sino es aquel, que te invita a la
conversión.
Su
misión, predica un bautismo de conversión, para el perdón de los pecados.
Predica la conversión de todos los
pecadores, pidiendo un cambio radical de nuestra vida.
Convertirse, significa en el lenguaje hebreo, “volver”, es decir tener un
cambio de pensamiento, cambio de actitudes, y cambio de sentimientos y
deseos, es decir es volver nuestra mirada a Dios, es volver al camino que nos
conduce hacia la patria celestial; es dejar esa vida pecaminosa y empezar algo
nuevo, es dejar todos los vicios que nos anclan en este mundo. Solo hay
silencio en el desierto, donde podemos encontrarnos con la verdad, que nos
ayudara muchísimo, a romper ese anclaje con el mundo, incluso romper con este
mundo materialista, consumista, y hedonista y engañoso, por eso es necesario
ser un desertor, de esta realidad, que es engañosa que nos da valores falsos,
que pone todo por encima de Dios, este gran profeta desde el desierto nos
invita a la conversión.
Preparen
el camino del Señor, y vivir conforme a lo que predica, es el primero que anuncia la llegada del reino de Dios.
Nos invita a preparar el camino, allanar los montes y las colinas, para la
venida del Señor. Debemos deshacernos de todo abismo de odio, de riqueza, de
injusticia, de violencia… que nos impide acercarnos a Dios y al hermano;
es nuestra tarea de acortar toda brecha de desigualdades, sean políticas,
sociales, económicas, culturales, religiosas…y toda clase de odios y
enemistades, para poder estar preparados, para su pronta venida y celebrar con
gozo y alegría la fiesta del Amor.
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