¡ENCUENTROS MARAVILLOSOS!
María,
movida por el Espíritu Santo visita a su prima Isabel, corre presurosa, por el anuncio del Arcángel
Gabriel, que le dice que: Isabel está en el sexto mes de su embarazo; asimismo
la impulsa en su marcha el natural deseo de querer compartir su desbordante
alegría con quien sabe que podrá comprenderla. La impulsa también, y sobre
todo, su deseo de servirla con un doble servicio: el servicio solidario de la
atención solícita a quien necesita de su ayuda, y el servicio evangelizador, el
deseo de anunciarle y transmitirle la Buena Nueva de la que Ella es portadora.
La visita de María a su prima Isabel, se producen
dos encuentros maravillosos. El encuentro del Santísimo
con el profeta, ambos están en el vientre materno, pero las envolturas fetales
no son un impedimento para que Juan perciba la presencia del Santísimo, por eso
que Isabel al recibir el saludo de María siente que el niño salto de gozo y alegría. También todos nosotros, cada vez
que recibimos el Cuerpo del Señor debemos saltar de alegría y gozo, porque lo recibimos con un corazón puro y
limpio el cuerpo amadísimo de Jesús. Dios siempre se fija en los mas humildes,
se fija en los desposeídos, abandonados, en los que la sociedad no cuenta.
El
Encuentro de dos santas mujeres, una que avanzada de años, fue beneficiada por Dios
al quedar embarazada ya de seis meses, y fue llena del Espíritu Santo, al
recibir el saludo. María, que vino de lejos al encuentro de su prima Isabel, es
portadora de una gran noticia, que llena de alegría, y lleva en su vientre al
Hijo del Altísimo, que es obra del Espíritu Santo. Con Isabel culmina el
Antiguo Testamento y el tiempo de la promesa; y con María que es modelo de fe
para todo creyente, se cumple la promesa siendo portadora de aquel don
maravilloso. María vive su adviento y espera con paciencia el nacimiento de su
hijo.
“Bendita eres
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre”. Isabel bendice a
María, porque ella lleva en su vientre al Bendito, que no es engendrado por el
pecado, ni por varón, sino que es obra del Espíritu Santo. Algo más la llama
Dichosa o bienaventurada, porque María
no dudo para nada de la palabra de Dios. Por eso le dice dichosa por
haber creído, de todas maneras se cumplirá lo que has creído. Es el gran premio
de la fe, de que ella será la Madre de Dios.
Además añade desde cuando viene a mí la Madre de mi Señor, Isabel está convencida del fruto
bendito de María, donde Jesucristo, es el verdadero fruto, de la Virgen María.
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro
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