¡EFFETÁ!
Jesús está en tierras
paganas, esto
le permite llevar el mensaje de salvación a los gentiles, por tanto su reino tendrá
un alcance universal; y no quedaría limitado solo a un pueblo elegido. Le presentan un sordo mudo a Jesús, tiene un defecto fisiológico, pero en la mentalidad
Judía, este hombre, ha recibido el castigo de Dios, por sus pecados; quedando
marginado de la comunidad judía; le piden a Jesús que le imponga las manos.
Jesús tiene interés por
cada uno de nosotros; a
este sordo mudo, que no puede oír, ni hablar fácilmente, por tener un defecto
natural, también puede ser uno de nosotros que no queremos oír ni hablar… Jesús
se acerca a él, llevándolo aparte, expresa su compasión y afecto hacia el sordo mudo, podemos decir también, hacia
cada uno de nosotros; y realizando unos gestos..., que en la antigüedad se usaban,
era para indicarle si quería ser sanado, es decir si quería ser salvado. No era
necesario usar las palabras como hacia en otros milagros.
Mirando al cielo, y dando
un suspiro, le dijo EFFETÁ, que
significa “ÁBRETE” al
momento se le abrieron los oídos y se le soltó la lengua; frente aquel hecho el
hombre sano. Este milagro hizo que el sordo escuchase la palabra de Dios,
y proclame la fe en Jesús, todo ello significa que era necesario que, también
los paganos conozcan la Palabra de Dios, anuncien y divulguen la Buena Noticia, pues cuanto tiempo estuvieron sordos a la palabra de Dios... por eso tenemos que pedir al Señor, que nos sane de nuestra sordera, que queremos escuchar la palabra de Dios, y que nos sane de las ataduras de la
lengua, para anunciar con valentía diciendo de Jesús: “Todo lo ha hecho bien;
hace oír a los sordos y hablar a los mudos
¿Cuántos sordos y mudos
hay en nuestra sociedad?
muchos de ellos son burlados, marginados, maltratados, engañados, excluidos de
su comunidad, y no son fácilmente escuchados. En las familias, hay también
sordos y mudos, han perdido la comunicación, a pesar del adelanto de todos los
medios de comunicación social, pero no se hablan, están callados, ensordecidos,
no se escuchan, esto es el intruso de la casa que no permite realizar el
dialogo las familias.
Pidamos a Dios, que habrá
nuestros oídos,
suelte nuestras lenguas para podernos comunicarnos los unos con los otros.., y
escuchar su palabra de vida, y hablar de Dios a cuantos todavía no lo conocen,
para que por la escucha de la palabra, tengan fe.
Pbro.
Salvador A. Carrasco Castro
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