EL BUEN CRISTIANO: DA A DIOS LO QUE ES DE DIOS
Los fariseos después
de haber escuchado las parábolas y que no eran dignos; ahora se juntan con los
herodianos, para arremeter contra Jesús, buscando motivos para hacerle quedar
mal; vemos la maldad de sus corazones.
Formulan una pregunta
maliciosa, para tenderle una trampa, ¿es lícito pagar impuesto al Cesar si o no?
Si Jesús responde que sí, entonces sería una
persona que está a favor del imperio romano, que es pagano y por tanto sería un
traidor; y si dice no, entonces, dirán los fariseos, que se está sublevando
contra la autoridad de Roma, y los herodianos, tendrían motivo para acusarlo,
como sedicioso, total a ellos no les importaba si pagasen o no el impuesto,
sino cogerle a Jesús, y hacerle quedar en ridículo, pero el conociendo la
malicia de sus corazones, da una respuestas envolviéndoles en su propia trampa.
Dad al Cesar lo que es del
Cesar y a Dios lo que es de Dios, es una repuesta
muy sabia, pues responde a la inquietud de los fariseos y también a los
herodianos, acá no hay disyuntiva, como se ha querido interpretar, diciendo
zapatero a tus zapatos, que la iglesia no tiene que meterse en asuntos
políticos, ni económico.
Pero esta interpretación es totalmente
falsa, porque ocuparse de Dios no es sólo ocuparse del culto, sino preocuparse
por la justicia, y por los hombres, que son los hijos de Dios. Pretender que la
Iglesia permanezca en hablar sólo de Dios, y que se haga la sorda, la ciega y
la muda ante los problemas morales y humanos de nuestro tiempo, es quitar a
Dios lo que es de Dios.
Hay que ser buen cristiano, y
buen ciudadano, donde el buen cristiano, no
hace la disyuntiva, separando lo civil de lo religioso, al contrario, un buen
ciudadano, debe reconocer la autoridad política, y obedecer, porque toda
autoridad viene de Dios y por tanto debe cumplir sus obligaciones como
ciudadano, pagando sus impuestos, y donde toda autoridad, debe gobernar para
todos, buscando el bien común y el bienestar de todas la familias.
Nos interpela el evangelio,
por eso frente a situaciones donde la autoridad abusa de su mando, es
preferible obedecer a Dios y no a los hombres, es decir cuando la autoridad, se
va contra la vida, contra la familia, no busca el bienestar de la niñez ni de
la juventud y de las familias, es preferible obedecer a Dios.
Pbro.
Salvador A. Carrasco Castro
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