sábado, 14 de septiembre de 2013

Posted by salvador on 9/14/2013 01:28:00 p.m. with No comments
HAY ALEGRÍA EN EL CIELO

Amigo de publicanos y pecadores, es el título que le dan los escribas y fariseos, a Jesús, parece que no se equivocan, pues es realmente amigo de pecadores y publicanos, y quiere que también a ellos les llegue el mensaje de salvación.

La oveja perdida, en esta parábola, es el pastor que al guardar sus ovejas, se da cuenta que le falta una, y deja segura a las noventa y nueve ovejas, y va en busca de la oveja perdida, la llama por su voz, y hasta que la encuentra en un barranco; temerosa, y la lleva sobre sus hombros, sin regañarla, sin cuestionarla, porque estaba perdida. Es el hombre pecador, que para el judío ya no tiene remedio y es rechazado, por eso Jesús se acerca para que experimente el perdón paternal de Dios Padre, que lo sigue amando.

La dracma encontrada, un mujer pierde una dracma y hace todo lo posible para encontrarla barriendo la casa con cuidado, enciende la lámpara, para iluminar lo que está oscuro, y cuando la encuentra dice a sus amigos alégrense porque he encontrado, la dracma perdida. Vivimos en la oscuridad por causa del pecado, y estando perdidos parece sin remedios somos iluminados por su Hijo, para que al ver la luz podamos alcanzar el perdón de Dios.

El rostro paternal de Dios, bondadoso y misericordioso que ama a su hijo, que no está, y va en busca de su hijo perdido, Dios nos sigue amando, con amor paternal, y no quiere que ninguno de nosotros se pierda, y habrá alegría en el cielo, por un pecador que se convierta.

Descubrimos el rostro maternal de Dios, que nos ama con ternura, que nos busca con cuidado porque valemos muchísimo, y no quiere que faltemos en su mesa eucarística, que es el reflejo del banquete celestial, y los ángeles se alegran en el cielo.

Experimentamos el perdón de Dios, aunque continuamente le fallamos y nos alejamos de Él por el pecado, pero espera que abramos nuestro corazón para que seamos buscados, sanados y perdonados, para  sentarnos en la mesa eucarística.


Pbro. Salvador A. Carrasco Castro

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