sábado, 4 de junio de 2016

DOMINGO X DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO - C 2016

Posted by salvador on 6/04/2016 06:41:00 p.m. with No comments
¡JESÚS, SE COMPADECE!  


Jesús, iba con su comitiva, y se encuentra con otra comitiva fúnebre, que se dirigen a enterrar al hijo único de una madre viuda, que están saliendo de un pueblo pequeño llamado Nain, esta pobre mujer perdió a su marido, su tragedia se prolonga, pues ha perdido a su hijo único, y no solo eso, sino, que está muerta para la sociedad judía, no tiene en que apoyarse y ampararse. Las viudas solían estar en aquel tiempo abandonadas a la generosidad de la familia y del pueblo. La viuda muere socialmente, no cuenta con su esposo, la tragedia se engrandece más, pues pierde a su único hijo, su única esperanza, su único apoyo.

Jesús es fuertemente conmovido por el dolor de esta pobre mujer y se compadece de esta pobre viuda, que vive su tragedia, su propio dolor, vive la pérdida de su ser querido, su desolación y abandono de los suyos. Jesús conmovido…se acerca y le dice “No llores” y dirigiéndose al muchacho le dice: “Muchacho a ti te digo, levántate, ”estas palabras de Jesús están llenas de vida, están llenas de fuerza y llenas del Espíritu de Dios. Al momento el muchacho se levantó y se puso a conversar, Jesús se la entregó a su madre; pues también como dice San Agustín, hay muchos que están muertos por el pecado, y necesitamos que Jesús nos diga: “Levántate…” Es la gracia de Dios, que necesitamos todos, para levantarnos. No como las noticas malas, que solo viven de la tragedia humana exacerbando el mal que nos afecta. Nos devuelve a la vida de gracia, y no estamos solos, pues así como el joven ahora acompaña a su madre, así también a nosotros nos acompaña Dios, que es nuestro gran apoyo.

Jesús, es el Señor de la vida, que ha cambiado el llanto en alegría, el dolor en gozo, a una comitiva entristecida, hace que cante y alaben al Señor, volviendo a sus casas, por el gran milagro que había visto un pueblo entero, que queda deslumbrado ante el poder de Dios. El dolor ha dejado paso al asombro, al estupor y a un júbilo incontenible. Pero más que admiración por la dicha de un hijo muerto que es devuelto a su madre, hay aquí una especie de temor religioso y una certeza que embriaga a todos: "Un gran profeta se ha levantado entre nosotros y Dios ha visitado a su pueblo".

La fama del milagro de Naím se extendió inmediatamente por todas las comarcas de Galilea y Judea. Este episodio, que tanto impresionó al pueblo, nos recuerda que Alguien, que no es de este mundo, nos ha visitado, que está con nosotros -"Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo", prometió el Señor (Mt 28,20)- y al que podemos acudir en nuestros apuros espirituales y materiales.

                                  Pbro. Salvador A. Carrasco C.


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