“NOS AMÓ, COMO EL PADRE LO
HA AMADO”
El Padre siempre
nos ha amado, ha enviado por
amor a su Hijo, por y para los hombres. El Hijo acepta esta misión llevando esa
corriente de amor del Padre hacia nosotros, que ha tomado la iniciativa de
amarnos, y este amor tiene un recorrido sorprendente, de Dios Padre hacia
nosotros, y solo así comienza el recorrido inverso del amor de los hombres a
Cristo y luego al Padre celestial. Este movimiento de amor, garantiza la
permanencia y presencia del Señor.
Jesús nos amó,
como el Padre lo ha amado, intensamente y en la misma intensidad que amó al Padre, nos ama a nosotros,
y nos sigue amando; esto es muy asombroso, porque nos manifiesta su profundo
amor hacia nosotros, que muchas veces nos resulta difícil de comprender su
amor, que es esencialmente efectivo, manifestándose en obras concretas, como
dice San Pedro, paso por el mundo haciendo el bien, dándonos un gran ejemplo.
Si guardan mis
mandamientos permanecerán en mi amor”, Jesús nos da la clave para permanecer en su amor, cual es,
guardando los mandamientos, Jesús cumplió los mandamientos de su Padre, de
manera muy perfecta, por eso nos pide que cumplamos los mandamientos no ha
medias, sino cada vez más perfecta, y procurando hacer la voluntad del
Padre celestial, para permanecer en el amor, que todo lo recrea. Este es mi
mandamiento: "Amaos los unos a los otros como Yo los he amado", así
permanecerán en mi amor.
Todo cristiano debe mantenerse
alegre, la alegría que Cristo nos da, es cuando cumplimos su mandamiento que nos
dió; no es la alegría que el mundo nos quiere dar, que es una alegría falsa y
pasajera. La alegría que Cristo nos da, es verdadera, duradera, que llegará a
su plenitud, a pesar de las tribulaciones que tengamos que pasar, nada nos
quitara dicha alegría, de sabernos que el Padre nos ama como a su Hijo, y el
HHijo nos ama como en la misma intensidad que ama a su Padre; donde permanece y
si hace presente cuando nos amamos nos amamos, llenandonos de alegría por el
bien del otro.
“Nadie tiene amor más grande que el que da
la vida por sus amigos”. Jesús se presenta como modelo de amor,
pues él es la medida como nosotros debemos amar, incluso hasta el límite de
nuestra existencia, como él lo demostró Jesús, dando la vida por sus amigos.
Los llama amigos, a los discípulos o creyentes, ya no los llama siervos, porque
el amigo está en el mismo nivel, donde debemos amarnos los unos a los otros,
reflejando el amor de Dios en nuestros hermanos.
La alegría que Cristo nos da, es verdadera, duradera, que llegará a su plenitud, a
pesar de las tribulaciones que tengamos que pasar, nada nos quitara dicha
alegría, de sabernos que el Padre nos ama como a su Hijo, y el Hijo nos ama
como en la misma intensidad que ama a su Padre; donde permanece y si hace
presente cuando nos amamos..
Yo los he elegido, y no ustedes a mí, nos recuerda mucho la
expresión, es Jesús quien nos ha elegido, para que seamos sus discípulos y no
es que nosotros lo hemos elegido, no por nuestros méritos, sino por pura gracia
de Dios; por puro amor, estando destinados para que demos frutos, y
permanezcamos en su amor
Pidan con confianza a mi Padre, que él se los concederá,
porque unidos al Hijo, y permaneciendo en su amor, el Padre nos ama en el Hijo,
y por tanto él nos concede lo que realmente le pedimos.
Pbro. Salvador A. Carrasco
Castro
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