
DIOS MISERICORDIOSO


Pbro.
Salvador Carrasco C.
La
comunidad católica, celebra este segundo Domingo de Pascua, “La Divina
Misericordia”, desde
el año dos mil, gracias al San Juan Pablo II, que instituyo esta solemne
fiesta, para bien de todos nosotros, para que reconozcamos que siempre Dios
tiene misericordia con cada uno de nosotros.
“Señor
mío y Dios mío” es
la confesión de fe, que hace Tomás el incrédulo, pero que tuvo la gracia de
palpar las heridas de Cristo, que no borró sus heridas, para que sea
reconocido, que no es otro; desde aquel momento la Iglesia ha hecho suyo esta
afirmación de fe, “Señor mío y Dios mío”; donde reconocemos su divinidad.
“SEÑOR MÍO, Y DIOS MÍO”

La
comunidad hace presente al resucitado, Jesús se apareció el primer día de la semana cuando
todos estaban reunidos, solo falto Tomas, que le dijeron hemos visto al Señor,
y él dijo no creeré… Es necesario estar en la comunidad, que experimenta la presencia
del resucitado, y nos acrecienta la fe… Tomás, no quiere creer…, por eso le
resulta difícil estar alegre, se siente engañado, todo había terminado y sus
esperanzas se desvanecieron; quiere evidencias para creer, como nos suele pasar
muchas veces a nosotros que queremos evidencias.
Dios
es misericordioso con Tomas que le dice: “Dichosos los que han creído sin haber
visto”, Jesús
volvió aparecer el primer día de la semana, y le dijo a Tomás, pon tu dedo en
las heridas de mis manos, y tu mano en la herida de mi costado, recién creyó
por eso, nosotros seremos dichosos si creemos en el resucitado, sin haberlo
visto o palpado.

De tu costado salió sangre y agua, ahí nace la
iglesia, del agua para el bautismo, y de la sangre la
alimentación eucarística. Finalmente tenemos que anunciar a muchos que no
conocen sobre este gran triunfo victorioso de Cristo, ya que en nosotros
empieza una nueva vida y hay una nueva esperanza.
Pbro.
Salvador Carrasco C.
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