¡AMEN A SUS ENEMIGOS¡
La violencia engendra violencia, el odio
engendra odio,
por eso se puso la ley del talión “ojo por ojo” y “diente por diente”, esta ley
se dio con el fin de que no se excedieran en su venganza frente al agresor,
pues la persona sufriría el mismo daño que ha ocasionado. Ahora bien, san Juan
Crisóstomo nos dice el que nos ha hecho daño no es en si la persona sino el
maligno que ha tomado posesión de esa persona, que busca siempre hacernos daño,
por eso no debemos caer en ese juego de violencia. Jesús como el domingo
pasado, es exigencia de cada discípulo no buscar la venganza.
Jesús nos dice:: “No hagan frente al que
les hacen mal”, pues con violencia no se arreglan las cosas; cuando se dio la ley del talión: No
respondan con odio, ni resentimiento, ni deceso de venganza, al que
nos hizo daño, es muy difícil, perdonar y olvidar el daño que nos ha
hecho, y estamos resentidos; precisamente ahí está la novedad del
evangelio de Jesús, que quiere arrancarnos del espiral de la violencia, pues
debemos responder a estas personas no con violencia, ni con odio, ni con injusticias,
para no deshumanizarnos, sino que tenemos que rogar a Dios por
ellos, para que descubran que también son hijos de Dios, respondiendo al odio
con amor, al deseo de venganza con perdón, al resentimiento con el olvido de
verdad… Toso soportarlo por amor como lo hizo Jesús por todos nosotros, que
fuimos pecadores. Por eso Jesús también nos pide otra exigencia que
debe ser el buen discípulo:
¡Amen a sus enemigos! es la respuesta
que Jesús nos pide, nos resulta difícil, de amar a nuestros enemigos, ya
que siempre amamos al que nos hace el bien, al que nos cae bien, a nuestro
circulo…. Y quienes son nuestros enemigos, aquellos que nos han ofendido,
injuriado, difamado, nos han quitado el trabajo, nos han robado, … y tanto daño
que nos han hecho y aquellos que no son de los nuestros…los consideramos como
nuestros enemigos; tenemos que aprender de Jesús que el estando en el
sufrimiento y en la cruz grito con voz potente dirigiéndose a su Padre
diciendo: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” …
Por eso Jesús nos pide que: “sean
perfectos, como su Padre celestial es perfecto” que mi Padre deja que el sol alumbre a
los buenos y a los malos, así cada discípulo debe amar a todos, incluso a los
enemigos para ser hijos de un mismo Padre, que nuestro amor no quede limitado,
sino que tenga un alcance universal, procurando siempre hacer el bien, en este
sentido superamos el amor de los publicanos que se aman entre ellos y de los
paganos que entre ellos se saludan, el verdadero discípulo rompe toda barrera sin
distinción. Que la Virgen María, nos ayude muchísimo para responder a estas
exigencias que nos hace nuestro Maestro.
Pbro.
Salvador A. Carrasco Castro.
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