¡DIOS MISERICORDIOSO!
Se llenaron de
alegría y de paz los apóstoles, que
estaban encerrados por miedo a los judíos, al ver a Jesús, que entro, se disipa
el miedo y todo temor, se llenan de gozo y alegría que, quieren compartir con
Tomás, pero no quiere creer, por eso le resulta difícil alegrarse por esta
noticia y pone condiciones para creer.
Dios es
misericordioso, soplo sobre ellos el Espíritu Santo y dándoles el poder
de perdonar los pecados, en este momento instituye el sacramento de la
confesión, donde el pecador obtendrá la
misericordia de Dios al instituir el sacramento de la confesión, recupera la
alegría de tener nuevamente a Cristo resucitado, se llena de gozo y de paz, al
experimentar la misericordia de Dios.
La comunidad
hace presente al resucitado, Jesús se apareció el primer día de la semana
cuando todos estaban reunidos, solo falto Tomás, que le dijeron hemos visto al
Señor, y él dijo no creeré, hasta que no meta el dedo en sus heridas de la mano
y mi mano en la herida de su costado, por ello es necesario siempre estar en la
comunidad.
Dichosos los
que han creído sin haber visto, María Magdalena, fue una mujer que creyó en el
Señor, juntamente con algunos apóstoles, pero Tomás no, por eso Jesús volvió
hacerse presente el primer día de la semana, y le dijo a Tomás, por tu dedo en
las heridas de mis manos, y tu mano en la herida de mi costado, recién
creyó por eso, nosotros seremos felices
si creemos en el resucitado, dijo Tomás:.
“Señor mío y
Dios mío” es la expresión de Tomás el incrédulo, pero que tuvo la gracia de
palpar las heridas de Cristo, desde aquel momento la Iglesia la hecho suya esta
afirmación de fe, “Señor mío y Dios mío”.
De tu costado
salió sangre y agua, ahí nace la iglesia, del agua para el bautismo, y de la
sangre la alimentación eucarística, esta Iglesia tiene que cantar la
misericordia de Dios, un Dios que perdona al pecador que ha reconocido su culpa
y que no tiene en cuenta su delito, porque se ha confiado en la misericordia de
Dios y no lo ha menospreciado.
Pbro.
Salvador A. Carrasco Castro
¡LA PAZ , ESTE CON USTEDES!
Hoy nuevamente estamos interpelados,
sobre la fe en Cristo resucitado, como los apóstoles, que
están llenos de miedo y de temor frente
a los judíos, y no solamente eso, sino que también abandonaron a Jesús, y
además les cuesta creer que Jesús ha resucitado, y todos están reunidos con las
pertas cerradas por temor a los judíos, y solamente falta Tomas.
La paz este con ustedes, reciben el
saludo de Cristo resucitado, que se les aparece estando las puertas cerradas, piensan que es un fantasma, pero Jesús les
muestra las heridas de sus pies y de sus manos, y al reconocerlo, se alegran al ver a Jesús, que no les
reprocha por haberlo abandonado, sino les concede la paz, aleja de ellos todo
miedo, todo temor y exhala sobre ellos el Espíritu Santo, dándoles el poder
de perdonar o retener los pecados; y están muy privilegiados por ver la palabra
viva de Dios hecha carne, signo de esperanza y de vida, pero esta gracia no la tuvo Tomás, por no estar
reunido en la comunidad del resucitado.
¡Es necesario vivir
en comunidad, para percibir la presencia del resucitado!, y esta gracia no la
tubo Tomas, el incrédulo, pobre
Tomás, no estuvo con los discípulos, por ello le costó creer que
Jesús ha resucitado, y que se les ha aparecido a los que estaban presentes, él
estaba, desilusionado, frustrado, y no
quiere aceptar lo que sus compañeros le están diciendo, hemos visto al Señor, no
podía alegrarse, como los demás discípulos, el mismo quería ver y palparlas
heridas de Jesucristo.
“Dichosos los que
creen si haber visto”, son las expresiones de Jesús a todos nosotros, que sin haber visto hemos creído, creemos que
él ha resucitado, por eso Tomas al estar
dentro de la comunidad, Jesús se aparece nuevamente a los ocho días, y llama a
Tomas, y le dice pon tu dedo en las heridas de mis manos y tu mano en la herida
de mi costado, Jesús le perdona su incredibilidad y le concede la paz, cuando
se esta dentro de la comunidad, y Tomás se postro a los pies de Jesús y lo adoro diciendo: ” Señor mío y Dios mío”, es decir, vio a Jesús, toco sus heridas y
creyó, es la expresión de aquel, que
palpo las heridas de Cristo, el Dios encarnado y que aquí se afirma la divinidad de Dios, que
habita en la humanidad de Cristo, por eso todo cristiano, que cree en el Señor
siempre dirá: Señor mío y Dios mío,
y se reunirá en el día del Señor, para escuchar su palabra.
Pbro. Salvador Carrasco C
DIOS, no se cansa de perdonar al que se reconoce como pecador. Por eso Pedro dijo a Jesús: "Apártate de mi que soy pecador"
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