¡DIOS ES RICO EN MISERICORDIA!
Los
apóstoles estaban llenos de miedo y encerrados…, pero se llenaron de alegría porque se apareció el resucitado, estando las
puertas cerradas, que les dijo: “Paz sea con vosotros”. Ellos se tranquilizaron
y se disipo los miedos y temores, y se llenaron de paz y alegría; esta alegría pascual, quieren compartir con
Tomás, pero no quiere creer…, por eso le resulta difícil estar alegre, se
siente engañado y quiere evidencias para creer, como nos suele pasar muchas
veces a nosotros que queremos evidencias.
Dios es rico en misericordia, soplo sobre ellos el
Espíritu Santo y dándoles el poder
de perdonar los pecados, en este momento
instituye el Sacramento de la Confesión, donde el hombre experimentará la Misericordia
de Dios, recupera la alegría de tener nuevamente a Cristo resucitado, lleno de
gozo y de paz, y a volver a formar parte de la comunidad creyente en el
Resucitado, está transformada, viva y abierta...
La comunidad hace
presente al resucitado, Jesús se apareció
el primer día de la semana cuando todos estaban reunidos, solo falto Tomas, que
le dijeron hemos visto al Señor, y él dijo no creeré, hasta que no meta el dedo
en sus heridas…, por ello es necesario estar en la comunidad, que experimenta
la aparición del resucitado y se acrecienta la fe..
Dios es misericordioso
con Tomas que le dice: “Dichosos los que han creído sin haber visto”, Jesús volvió aparecer el primer día de la semana, y
le dijo a Tomás, pon tu dedo en las heridas de mis manos, y tu mano en la
herida de mi costado, recién creyó por
eso, nosotros seremos felices si creemos en el resucitado sin haberlo visto o
palpado.
“Señor mío y Dios mío” es la expresión de Tomás el incrédulo, pero que tuvo
la gracia de palpar las heridas de Cristo, desde aquel momento la Iglesia la
hecho suya esta afirmación de fe, “Señor mío y Dios mío”.
De
tu costado salió sangre y agua, ahí nace la iglesia, del agua para el
bautismo, y de la sangre la alimentación eucarística. Finalmente tenemos que
anunciar a muchos que no conocen sobre este gran triunfo victorioso de Cristo,
ya que en nosotros empieza una nueva vida y hay una nueva esperanza.
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro