APRENDED, DE LA SAGRADA FAMILIA
Mt. 2,13-5.19-23
La
Iglesia nos invita hoy
a la intimidad familiar en que se desarrolló humanamente el Salvador del Mundo.
Siendo Jesús auténtico hombre –al mismo tiempo que era Dios- creció como lo
hace cualquier niño, necesitado del calor humano.
Viviendo
en el seno de una familia, Jesús indica el realismo de la encarnación del Hijo
de Dios. Por ser verdadero hombre, vive en el seno de una familia, aprendiendo de
ella lo más elemental para la convivencia humana dejándose amar por unos padres
terrenales; al mismo tiempo se convierten los padres en modelo para la vida de
los esposos.
José,
el esposo de María y padre de Jesucristo, es un hombre justo, que dio mucho ejemplo de sencillez, de
responsabilidad, de trabajo, y de no ser autoritario, sino de amar…su propio
hogar, y saber escuchar y obedecer a Dios, para salvar al niño Jesús de la
muerte, de manos del Rey cruel y
perverso, que fue Herodes y sus secuaces.
María
esposa de José y madre del niño Dios, es dócil a José,; sabe que tiene un buen maridos,
que la ama y no busca su propio interés, ella es cuidadosa del hogar, ponía el
calor materno, guardaba silencio, y se quedaba admirada de las cosas que decían
de su Hijo. Cuántas familias estas llenas de ruidos.
La
verdadera familia cristiana son el reflejo de la familia de Nazaret, donde el padre y madre, protegen y cuidan de
sus hijos, que son un regalo de Dios, de manera responsable, transmitiéndoles
la fe, acompañándolos en la misa dominical, preocupándose para su formación
religiosa, que conozcan las verdad de Dios y de la verdadera Iglesia, que es la
gran familia. Especialmente enseñándoles a orar a sus hijos; sin descuidad de
su trabajo. Es conocida como Iglesia doméstica.
Los
hijos, que realmente aman a sus padres, Dios los premia, pues, vivirán largos años, si
respetan y obedecen a sus padres, aceptarlos, y no avergonzarse de ellos,
ayudarlos en su ancianidad.
La
gran familia es la Iglesia católica, ya que desde que nos bautizaron formamos parte de
esta gran familia, de ella aprendemos muchas verdades, para amar a Dios y a
nuestros hermanos y caminamos juntos a la patria celestial.
Pbro. Salvador A. Carrasco
Castro
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