!ALEGRÉMONOS! POR LA "OBRA
DE DIOS". Mt 11,2-11
Hay motivo para alegrarse, está a la vista la presencia
del reino. Estamos en el Tercer Domingo
de Adviento, llamado el domingo de “Gaudete” (regocijaros) se hace un alto en el
camino del Adviento: el Señor está más cerca del hombre. Isaías anuncia el gozo
de la liberación a los desterrados que el Señor trae. El Ángel le dice a María
“alégrate…Juan salta de alegría en el seno de Isabel, por la cercanía de
Jesús…. Los discípulos se alegran al ver al Señor resucitado. Juan, descubrió a
Jesús por sus obras.
"¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar
a otro?". El hombre necesita salir de
sus angustias, superar sus preocupaciones; y cuando no puede hacer esto por sí
mismo, busca a alguien que le libere de sus problemas. En esta situación de
impotencia, el hombre busca "salvadores", pero muchos de ellos no
logran liberar totalmente al hombre de su angustia existencial, solo Cristo Jesús,
hace que el hombre alcance la salvación de su vida de manera integral por eso Jesús
responde a los discípulos de Juan, no con palabras sino con obras concretas, y les dice: “díganle lo que están viendo y oyendo
pues, la obra de Dios ha empezado y se anuncia la buena noticia a los pobres,
con ello se ha cumplido lo anunciado por el profeta Isaías. Por ello hay gran regocijo.
Jesús alaba a Juan: que han visto en el desierto, a un hombre
vestido, de piel de camello, que no estrena ropa lujosa, ni vive en
palacios; a un hombre como una caña que
no se dobla fácilmente por el viento; es aquel que no cede frente al poder de las autoridades, como increpo sin miedo al rey
Herodes; ni cede ante las promesas. Por eso Jesús alaba a Juan, diciendo que es más que un profeta, y no hay ningún hombre más grande
que él, nacido de mujer….
El más pequeño
del reino de Dios, es más grande que Juan, se
refiere a todos los que creen en Cristo, que han vivido y creído en Jesús pues,
somos lo beneficiados, los afortunados. Cuanto quisieron ver estos momentos los
profetas, ellos murieron no han podido ver este gran acontecimiento de la
salvación de Cristo lo han anunciado, pero no han visto los frutos de la economía
de la salvación. Dichosos nosotros, que hemos visto y creído.
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro
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