“ LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR”
NOS CONFÍA CONTINUAR CON SU MISIÓN
Primera lectura
del libro de los hechos de los apóstoles:
Jesús después de
cuarenta días, ascendió al cielo, al resucitar se apareció a
los discípulos, mostrándoles muchas pruebas de que estaba vivo, y apareciéndoseles
durante cuarenta días, que es el tiempo suficiente para que los discípulos estén
convencidos de que esta vivo, y ser realmente testigos autorizados por Jesús.
También era un
tiempo necesario para que puedan tener la plena seguridad de que esta vivo y tener
la verdadera identidad del resucitado. Aunque no entendían sobre el Reino de Dios,
porque los discípulos estaban con sus antiguas concepciones mesiánicas, les
resulta difícil comprender el plan de Dios, su misión, y la persona de Jesús.
Por eso Jesús
les ayuda al decirles que necesitan del Espíritu Santo, que los va a conducir
hasta la verdad completa y les interprete lo que falta por venir. Con ello les
dice que serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los
confines del mundo.
Jesús “subió al
cielo y está sentado a la derecha del Padre”, es nuestra
profesión de fe, que la nube bajo sus pies nos revela, que el que asciende, es
el Juez universal, que tiene poder en el cielo y en la tierra; también los dos
seres espirituales, que les transmiten un mensaje; y finalmente el último
mensaje es: así como ascendió, así mismo volverá de nuevo. Por eso son
invitados a no quedarse ahí, hay que volver a Jerusalén y emprender el camino y
realizar la tarea de la evangelización, esto es para todos nosotros.
Jesús no nos ha
abandonado, ni mucho menos su Padre, cuando Él ascendió al cielo, no ha
desaparecido, pero hay una nueva presencia invisible, más real que la física o
geográfica; tampoco se alejó de su Padre cuando vino hacia nosotros, revestido
de nuestra humanidad; más bien cuando ascendió al cielo, ha elevado, exaltado,
divinizado, nuestra naturaleza humana, ni se ha alejado de nosotros, al estar
en la diestra de Dios Padre, al contrario él está aún más presente en medio de
nosotros y dentro de nosotros, por medio de la fe.
Salmo: Dios asciende
entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas, es la alegría de todo ser
terrenal.
Segunda lectura
del libro de los Efesios:
Se nos habla de
la supremacía de Cristo, y del misterio de Cristo y de la Iglesia que está amenazada
por la presencia de doctrinas extrañas. Esta iglesia que es el cuerpo de Cristo
que vive con la certeza de seguir los pasos del Señor, y un día, también ella
conseguirá la plena glorificación. San Agustín nos recuerda que precisamente por
tratarse de la plena glorificación de la Cabeza, es también la glorificación
anticipada de la Iglesia.
El Evangelio de
Mateo:
Los once discípulos
fueron a Galilea, eran doce los que Jesús había llamado al seguimiento
y que había establecido como primeros destinatarios de toda su obra. El grupo
tiene una herida, producida por la traición y la desaparición de Judas. No son
ya doce sino once. La herida recuerda que todos se han visto sacudidos en su
fidelidad a Jesús. Y sin embargo sana
sus heridas, no llama a otros discípulos, sin aquellos mismos que han caído en
la prueba de la pasión. Ahora cuando se les apareció, algunos dudaban de él,
pero todos se postraron ante Jesús, como señal de adoración, Jesús les
manifiesta que tiene poder. Ahora como caídos, que ha sido nuevamente llamados,
y respondiendo ahora obedientemente al mandato de Jesús, ellos vuelven a Galilea
y llevan consigo su experiencia con el Señor, todo lo que había hecho y
enseñado.
Jesús recibió todo
el poder de su Padre, en el cielo y en la tierra y ahora Jesús les
da ese poder a sus once discípulos, que estuvieron con él, sabemos que nos los
descalificó, siguió contando con ellos, y no los rechazo, para que continúen con
la obra de Jesús, es aquí cuando Jesús asciende al cielo, los discípulos continúan
con su obra de Jesús.
Les confió una
gran misión donde Jesús les dice: “Vayan y hagan discípulos de todos los
pueblos…” no se queden parados allí, pues, el mandato
misionero de Jesús es anuncio de la Buena Noticia del Reino a todas las gentes,
que la salvación tenga un alcance universal y no solo para el pueblo de Israel;
pero esta no va acompañada de amenazas, si no te conviertes iras al infierno, ello
desnaturaliza la Buena Noticia del Reino, quien lo acoge su vida cambia su vida
profundamente y no por la amenaza; y la otra gran misión es la tarea de
bautizar incorporando constantemente nuevos miembros a la Iglesia de Cristo, bautizándolos
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, para que sean
discípulos del Señor, es decir auténticos seguidores de Jesús. Añade, "Enséñenles
a guardar todo lo que los he mandado", es decir que nuestro comportamiento
cristiano debe ser como la de Jesús, y debe de estar por encima todo
comportamiento pagano o mundano, sin tener miedo al mundo, que siempre los
odiará.
Jesús nos promete
que “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”, estará siempre
con nosotros cuando somos fieles a su misión, él esta presente, notando su
presencia, cuando nos reunimos en su nombre; así las comunidades cristianas,
que conocen a Jesús, aunque sean fuertes o débiles, deben ser fiel a la misión
que Jesús les ha confiado: de anunciar el evangelio a todo el mundo empezando
por la familia, por los vecinos, y a todos en general, recordando que esta
Buena Noticia no se agota, no pasa al olvido, es siempre viva y actual, que
trae alegría, paz y gozo produciendo un cambio radical de vida, pero las malas
noticias que se anuncia, va acompañada de miedo, temor angustia, desesperación,
pánico, y crean una sicosis social, donde todos los medios de comunicación
social, deben estar siempre al servicio de la buena noticias, diciendo la verdad.
Jesús ha prometido que estará con nosotros hasta el fin del mundo.
Pbro. Salvador A. Carrasco Castro