¡JESÚS LIBERA A LA
MUJER!
Liberó a un hombre de un espíritu maligno, cuando estuvo en la sinagoga, este espíritu maligno
que había tomado posesión de él, Jesús se compadece y toma la iniciativa, que
con el poder de su palabra libera al hombre de este espíritu maligno, esto no
podían hacer los rabinos de su tiempo, Jesús
sale de la sinagoga y va a la casa de la suegra de Simón y le dicen que esta con
fiebre y postrada en su cama.
Ahora, Jesús libera a una mujer, ya no con el poder de
su palabra, sino acercándose a ella, con su mano toma la mano de la mujer la levanta, y al momento desaparece
la fiebre, esto rompe todo un esquema de comportamiento de los rabinos, que les
resulta difícil acercarse a una mujer enferma, y también no permitían que la
mujer les sirviese; Jesús rompe este esquema se acerca a la mujer con fiebre, que había tomado posesión de ella, y no le permitía
desplazarse por su propio hogar, queda liberada la mujer de esta fiebre y se
puso a servirles, Jesús permite que le sirvan, como también a sus discípulos:
Jesús continua con su ministerio anunciando y
liberando, todos
estos milagros de sanación y liberación que acompañan a su predicación nos
indica que ya ha llegado su reino, que ya empieza la victoria contra el mal que
afecta al hombre y a todo hombre que es víctima de estos males, que Jesús va a
cargar con todos nuestros males, devolviendo al hombre su verdadera imagen de
Dios. Que al atardecer le traen muchas gentes enfermas y endemoniadas o poseídas
de espíritus malignos, que Jesús los va sanando y liberando.
La Iglesia debe estar al servicio del reino, así como el hombre ha quedado liberado, de igual
manera la mujer que quedo liberada de su mal, ella se pone al servicio del
Reino, que es el mismo Jesús, donde Jesús no se detiene, sino va a otros
pueblos a predicar y anunciar la llegada del reino de Dios, es decir anunciando
la obra de Dios, de igual manera la Iglesia continua con la misión que Jesús le
ha confiado, una iglesia que debe estar libre de toda posesión, para que pueda
continuar con la misión que Jesús.
Pbro.
Salvador A. Carrasco Castro
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