¡ENAMORADA DE JESÚS!
Santa Rosa de Lima, hoy todo el pueblo peruano, está de fiesta,
porque celebra a la primera santa, como expresa el Papa Juan Pablo II, diciendo
que: “Santa Rosa de Lima es “la primera flor de santidad, que surgió, cuando se
inició la evangelización de América”. Esta gran Santa, que también es mística,
dejo unos escritos, semejante a San Juan de la Cruz. Es la Santa más querida de
América y de Filipinas, nos recordaba Benedicto XVI.
El Reino de Dios es tan pequeño
como la semilla de mostaza, así es el reino de Dios, como dice san Juan
Crisóstomo, está en tu corazón, que viene a ser la fe tan pequeña que poco a
poco va a crecer y a dar fruto abundante. Esta semilla de fe, tenía Santa Rosa
de Lima, que poco a poco empezó a crecer, que la llevo a tener un amor profundo
a Jesús. Estaba tan enamorada de Jesús, que sus padres no podían comprenderla,
porque ella les dijo que ha encontrado al amor de su vida y también le dijo al
que quiso ser su enamorado.
Santa Rosa de Lima, la enamorada
de Jesús, al crecer su fe, fue tan grande como un arbusto en el jardín de su
corazón, allí
empieza Dios a reinar en su vida, por eso va tener un profundo amor hacia los
pobres de su época, y hacia los enfermos, que las atendía en su casa; hacía que
también ellos tengan un profundo amor de Cristo Jesús, es decir sean, otros enamorado de Dios.
El reino de Dios es como
una levadura que fermenta las tres partes de harina, la levadura es el
evangelio, como
dice san Juan Crisóstomo, fermenta todo nuestro ser, la levadura es la palabra
de Dios. Santa Rosa de Lima es una mujer,
que cada vez el evangelio iba transformando todo su ser, por eso ella al dar
testimonio de vida cristiana, hacía que el evangelio llegase al corazón del
pobre para que tenga un profundo amor a Jesús. Hizo una Ermita en su casa, para
tener un trato profundo con su amado.
Santa Rosa de Lima, es una flor de Santidad, que debemos imitarla, el Señor nos llama a una vida de santidad,
confiar plenamente en Jesús, dejarnos impregnar por su palabra, para que empecemos
a estar en el reinado de Dios.
Pbro. Salvador Carrasco Castro